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—Bueno, ¿Me pueden decir por lo menos qué paso después de que me fui?

Su madre comenzó.
—Pues...Tú padre le dijo que no podía ser tan mala contigo, ella se disculpo y Mienna dijo que sería mejor que viniera otro día, Alan te defendió diciendo técnicamente lo mismo que tú padre y se fue a dejar a Mienna a su casa y...Em....creo que tu hermana quiere hablar contigo.

Jobanka giro la cabeza a donde sus padres miraban y vio Lucy estaba parada en la entrada del cuarto, sus padres salieron del cuarto dándole un beso en la cabeza, ella les dio una sonrisa, a Lucy solo le sonrieron porque no estaban del todo contentos con ella, cuando entro Jobanka estaba sentada terminando de devorar el plato de comida, cuando la vio le dedico una sonrisa y Lucy trato de sonreír pero le salió una mueca, se sentó en la orilla de su cama, se miraron por un largo rato hasta que Lucy hablo.

—¿Cómo lo haces?—Pregunto con un poco de confusión.

—¿Hacer qué?

—Hacer como que no te importa lo que te digan.

—Porque es la verdad, yo estoy consciente de que soy muy torpe, así que el que me digan lo que ya sé, no me afecta, así que ahórrate las disculpas, porque aunque no me soportes ten muy en cuenta que somos hermanas y para colmo mellizas así que me tendrás toda la vida dándote lata—Las hermanas rieron, pero Lucy lo dejo de hacer cuando vio las maletas.

—¿Te irás?

—Si, conseguí el trabajo.

—¿En serio? ¡Dios! Estoy muy orgullosa de ti ven—Lucy abrió los brazos y en menos de dos segundos Jobanka estaba abrazada de su hermana.

—Bien creo que ya hay que dormir, es muy tarde y tengo que estar a las diez en la casa.

—Wow...Entonces tendré que levantarte porque si lo pretendes hacer por tu voluntad llegaras a las cinco de la tarde.

Se rieron por un rato antes de caer en un sueño profundo.

A la mañana siguiente Jobanka ya estaba enfrente la casa, se quedo como estúpida viendo la gigantesca casa, hasta que una voz masculina la saco de sus pensamientos.

—¿Quién eres?—Dijo en modo desinteresado y con un poco de fastidio, Jobanka buscaba al responsable de la voz y no lo veía, parecía toda una niña pérdida de cinco años.Volvieron a repetir—Dios ¿Estas tarada o qué? Aquí arriba—Por fin Jobanka pudo ver a un muchacho, no más grande que ella, si acaso un año mayor y lo más relevante sin camiseta.

—Pues...Contestando a tu primer pregunta, parece más que obvio ¿No? Soy una chica y para tu segunda respuesta yo no me diría "Tarada" sino distraída y un poco torpe—El muchacho desconocido se quedo con la palabra en la boca ya que ella ya se había introducida abajo del balcón donde él se hallaba y toco la puerta, la cual abrió una señora no más de cuarenta años y pregunto amablemente.

— ¿Tú debes de ser Jobanka, cierto?

—Si no me equivoco, si.

—Que linda pero pasa, pasa.

Como era de esperarse, Jobanka se tropezó al entrar con sus maletas y cayó directo al suelo.

—¡Niña! ¿estás bien?

—Si, suele pasarme muy seguido.

La señora ríe por su comentario.

—Bien los señores están trabajando y llegan dentro de unas seis horas, así que primero dejaremos tus cosas en tu cuarto.

Era un cuarto normal, tenía el mismo espacio que en su casa, con un baño con lo necesario: Una regadera, retrete y lavamanos. Dejo las maletas y decidió que desempacaría después, fue con la señora diciendo.

—Bien, todavía no se su nombre.

—Mi nombre es Rosa, cariño ahora ven, te presentare a mi hija ella es una muchacha muy linda de seguro se llevaran bien.

LA CUIDADORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora