Con las indicaciones que le daba Ela a su amigo, comienzan a adentrarse en las afueras del pueblo. La tarde era cálida y pegaba con suavidad en los vidrios entreabiertos del auto, calentando el rostro de los integrantes del mismo. Aprovechando el nulo tránsito, ella saca su mano afuera, comprobando la brisa que corría, cierra los ojos y se centra en oír el choque del viento contra las ramas de los árboles.
Una mariposa que revoloteaba por ahí, se posa ya cansada de tanto aleteo en la mano de Ela, al sentir cosquillas, mira y sin hacer ruido toca el hombro de Mella.
-Mira, una mariposa.
-Ya le veo, espera- Se veía intrigado en la ruta, como si su conciencia estuviera plasmada en la carretera.
Ela se le quedo mirando, aunque le daban asco y repugnancia los insectos, ese caso no fue el mismo, la contemplaba con mera admiración. Sus alas eran de un turquesa intenso y con pintas de un verde esmeralda. Sus pequeñas patas posadas sobre la palma de su mano le provocaban cosquillas, pero en el momento en que Mella gira su cabeza para mirarle, esta sale volando sin dejarle tiempo de contemplarla.
-¡Oh no se ha ido!- Ela la observo hasta perderla de vista, entre los arboles altos que rodeaban la carretera.
-Pues, supongo que fue mi culpa por no poder verla.
-Nadie te culpo, pero era la mariposa más linda que haya visto en mi vida y quería ver si a ti te parecía también así.
El resto del camino fue en silencio, disfrutando del agradable clima que les proponía el cálido sol, junto a los aromas de flores ya casi disecas de una primavera que ya se fue. Junto a eso, hojas de árboles caídas volaban con el viento haciendo la más bella de las danzas de la mismísima naturaleza. Según Ela la casa solo quedaba cerca de las afueras del pueblo. Pero de hecho ya las habían pasado y ella misma se rio de su memoria del cual fallaba en cosas tan simples como esta, cuando podía resolver cosas mucho más complicadas, bueno no siempre.
La tarde ya se estaba retirando cuando a unos metros se divisó una casa recubierta de piedras de unos dos pisos y de una estructura muy geométrica, sacando las típicas construcciones cuadradas. Le rodeaban unos tres robles grandes, por sus troncos se podía divisar que tenían unos cuantos años en ese lugar, uno en la entrada y dos en el patio trasero. Era un solar grande, ya que como no había vecinos cerca se podía utilizar gran parte del lugar. Además la casa estaba junto al lago, esto le daba ya de por si un toque reconfortante y tranquilo, junto a los sonidos cercanos de las aves que volaban y se reposaban en un comedero cercano y luego seguían su rumbo hacia el bosque de la izquierda, lleno de todo tipo de árboles y ríos. El garaje estaba abierto y dejaba ver un Jeep 4x4 azul oscuro.
En ese momento Mella mira raramente a Ela, sabía que ella tenía un Jeep también, con la diferencia de que el de ella era verde militar y sin techo, lo que le había provocado ya unas cuantas veces llegar toda mojada pero solía decir "Nada se compara con la brisa chocando sobre mi rostro", mientras alzaba los brazos.
Fueron a la puerta principal y llamaron, esperaron en un banco que resguardaba a este y la entrada con un pequeño techo. Escucharon desde el interior de la casa ruidos provenientes a lo que podría haber sido un golpe con algo sólido y pesado, pero los pasos se acercaron a la puerta y no se preocuparon. De la puerta se abrió una pequeña escotilla, a cual servía para ver antes quien llamaba y luego dejar a criterio del dueño de la casa si abrir o no.
-¿Quién vive?- Por la entonación de la voz uno se daba cuenta automáticamente que el que hablaba era de España.
-Soy yo Owen, vengo con un amigo, es por lo de ya sabes. Los acontecimientos raros que pasaron estos últimos días.
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No real
Science FictionEla comienza a sentir sucesos extraños. Todos los días ella cae desmayada en un profundo sueño exactamente a la una, nunca logra dormir como cualquier otra persona, porque ella viaja a otra dimención denominada "vida dos".