Capítulo 46: Conejillo de indias

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"Serás su jodida conejilla de indias" Ela estaba furiosa. "Solo sácale la información necesaria para saber cómo traer a ellos aquí, no creo en nada de que esta franja se esté rompiendo, tampoco creo que exista una franja, solo estamos en el mundo de los sueños y ya. Para pasar a la realidad habrá una especie de no sé, ¿Agujero negro?" Se rio por sus propias suposiciones.

-Listo, ¿De qué ríes?- Se había levantado, ahora no podía mover sus brazos ni piernas, si su don no surgía efecto, la había cagado.

-De lo cruel que es la vida- No podía dejar de sacar esa sonrisa que se le había dibujado.

Él la miro frunciendo el ceño –De todas las personas que cumplían los requisitos, tu eres la más rara.

-Sólo te pido un favor. Sólo uno muy chiquitito- Puso cara de perro mojado lo cual lo convenció, aunque el lanzo un bufido.

-¡Sólo uno! Y no te aproveches.

-Cuando esa batería llegue al 50%- Señalo con sus dedos el monitor que seguía tirado en el suelo –Quiero que me liberes y me dejes ver, cara a cara que ellos están sanos y salvos.

-Mmmm- Empezó a caminar de un lado a otro –Cuando llegue al 75%

-70% y no se dice más.

-¿Sabes que le estas regateando a "La Mente"?- Su voz volvió a ser impotente.

-Roberto.

-¿Disculpa?

-Desde ahora eres Roberto, después de todo tienes aspecto humano ¡Dios mío! Acabo e bautizar a una persona por primera vez en toda mi vida.

-Mira Ela, no sé quién te creas que soy, pero para ti soy "La Mente" y se acabó ¿Ok?- Ela noto que un cuchillo estaba acariciando su pelo y trago saliva.

-De acuerdo, lo siento, pero si me dejas verlos esto seguirá por diez años más de pie.

Un par de Efips entro a la habitación y uno de ellos con la ya amiga de Ela, una inyección. Ella no forcejeo ni nada por el estilo, sabría que sería en vano. Mientras se la insertaron y volvió a sentir esa sensación de adormecimiento, no dejaba de mirar a "La Mente", a cada milésima de segundo detestaba más a ese sujeto, lo detestaba tanto que preferiría verse muerta a que seguir compartiendo oxigeno con él.

Abrió los ojos.

Sentía una extraña sensación en su cuerpo, como si varias cosas estarían sacándole toda la energía, también unas molestias considerables que al tan solo apenas despertar de esa anestesia ya les resultaba algo muy incómodo.

Cuando se tocó en una de esas secciones, palpo uno de aquellos tubos que había visto antes, insertado en su cuerpo. Tendría un diámetro de dos centímetros y vio como le era sacado de su organismo un líquido ¿Blanco? No sabía que era exactamente, pero brillaba con una intensidad muy grande, tanto que noto que la habitación se encontraba con una mejor luminidad por ese líquido.

-¿Qué es esto? ¿Qué es lo que sale de mí?- Nadie respondió, estaba sola allí y en los siguientes segundos tampoco se dignaron en abrir la puerta.

Luego se percató de todo lo otro que ahora le abducía toda su energía, oh bueno, ese líquido brilloso blanco.

Tenía un total de cuatro tubos insertados. Uno, por debajo de sus costillas, el segundo era igual pero del otro lado. El tercero estaba a unos centímetros del ombligo y el cuarto en su brazo izquierdo. Este último era el que más dolor le producía. Podía sentir como con cada mínimo movimiento, este rozaba su hueso, lo cual era un dolor insoportable.

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