Parte 22

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―Se incomoda mucho cuando alguien la toca ―dijo Danny―, debo ir despacio. 

―Grey, el sexo es increíble ―dijo el doctor―, ¿Por qué privas a este pobre chico de ello?

―Es que soy algo tímida en esos temas.

―¿Le has visto en ropa interior?

Danny asintió.

―¿Te ha visto en ropa interior?

Asintió de nuevo. 

―¿Segunda base? ―preguntó él.

Danny negó.

―Si llegan a segunda base deben cuidarse. Hay bichos en todas partes. Una vez comiencen a tener sexo no podrán parar jamás. ¿Has puesto un preservativo antes?

Negué.

―Pondrás uno ahora.

Me cubrí la cara. Comencé a destaparla de a poco.

―Es más, chico, le enseñarás cómo ponerlo mientras preparo la silla eléctrica.

Rodé los ojos.
Sacó una gran caja de un estante, la puso sobre su escritorio. Tenía un dildo allí y muchísimas cajas de preservativos. 

―Bien. Cuando acabes, te vas al cubículo de allá, te quitas lo de abajo y te sientas.

Se fue.
Miré a Danny, quien sacaba el dildo. 

―¿Sabes hacerlo?

Negué. 

―¿Por qué no sabes? Es cultura general, Grey.

Bajé los ojos. Él sacó un preservativo de una caja, y me lo dio. 

―Ábrelo con cuidado.

―No quiero hacerlo ―le dije.

Él me miraba algo serio. Se mostraba algo arrepentido, pero ya no había marcha atrás.

―Debes, mientras antes, mejor. 

Suspiré. Miré el envase que él me dio.

―Si no quieres hacerlo, lo haré por ti y vas a la silla del terror, y ya está. 

Cerré los ojos y bajé la cabeza.

―¿Qué? ¿Te dará un ataque de pánico o algo así?

Me eché hacia atrás.

―Dios, mis súper poderes de aguantar situaciones torcidas se han ido. 

Dan me miraba.

―Eh, Doc. La única forma de que se anime a hacer todo este trámite es que coma alguna golosina. ¿Tiene alguna?

El doctor se asomó, buscó en uno de sus cajones y sacó un contenedor plástico lleno de dulces de cortesía de los laboratorios que hacían las medicinas.

Me comí algunos. 

―Mi oferta sigue en pie, pero no puedo cubrirte en la silla.

Lo miré.

―Me asustas, Bancroft.

―Nunca lo he hecho porque a él nunca le ha gustado que lo tocase alguna vez. 

Fue una confesión dura.

Se quedó en silencio unos segundos.

―Cada vez que escucho algo de él me hace enojar porque él jamás mereció tener algo como tú a su lado.

Novios Falsos 1: Nunca dices lo que sientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora