Parte 28

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Me fui a una terraza. Comí algunas golosinas.
Danny aún no me llamaba y había pasado más de una hora.
Fui al supermercado, compré cosas para hacer pizza, compré cosas que no necesitaba.
Salí de allí, fui a comprar tacones. Necesitaba más zapatos.
Compré tres pares.
Sonó mi teléfono. Esperaba que fuera Danny, pero era Leo.

―Quiero verte otra vez ―dijo.

―Leo, no. 

―Por favor.

Y sonó el tono de doble llamada.

Miré, era Danny. Le corté a Leo y le contesté a Danny.

―¿Estás listo?

―Sí, ¿Dónde te encuentro?

―Estoy saliendo de la zapatería que está frente de donde compramos el último vestido.

―Quédate allí.

Y llegó en dos minutos, venía agitado.
Vio que ya había hecho muchas compras.

―Mi pobre tarjeta ―dijo.

Reí.

―Sólo me compraste un labial ―dije.

Me quitó algunas bolsas y me ayudó a llevarlas.

―Linda ropa ―dijo.

―Gracias. 

Fuimos al auto.

―¿Por qué tienes la piel roja? ―me preguntó.

―Tuve una cita dolorosa.

―¿Qué tan dolorosa?.

―No hay pelos de mis pestañas hasta abajo.

Arqueó las cejas. 

―Oye, siento haberte hecho esperar tanto ―dijo.

―También debes resolver algunas cosas, lo entiendo. 

Sonrió.

Llegamos a su casa, y mientras veía todo lo que había comprado, él acomodaba ropa que estaba en un cajón en otros lugares de su closet. 

―Oye, novia sensual, ¿Vamos a nadar?

―Tengo la piel roja aún ―dije.

―¿Y qué? ―me dijo.

Buscó en otro espacio de su closet su traje de baño. 

―¿Te gusta?

Asentí.
Doblé mi ropa nueva para llevarla al cajón.
Me coloqué mi traje de baño negro. La marca seguía ahí.
Bajé a la piscina con él. Nos metimos en el agua.
Luego, comenzó a hacer frío. Me salí de la piscina, y me sequé con una toalla que él me había dado. Lo miré, me miraba desde la piscina. 

―Me saqué la lotería contigo, Grey, elegí bien.

Le mostré mi dedo medio.
Salió de la piscina. Fui a la ducha luego, me puse un conjunto de mi ropa interior nueva. Él entró a la habitación. 

―Bancroft, si sigo viéndote en ropa interior me voy a excitar y te seduciré.

―Roman, estoy fuera de tu alcance. 

―Pero sí estás al alcance de ese tipo. ¿Quién era? ¿Lo conozco?

―Probablemente ―dije―, no te metas.

Me mostró su dedo medio.

Querría que apareciera alguno de sus amigos para besarlo.
Lo quedé viendo. 

―¿Qué piensas? ―me preguntó.

Cuando me di cuenta, mordía mi labio. 

―¿Piensas en él?

Fui a secarme el cabello. Él entró al baño, abrió la llave de paso de la ducha. 

―Si no quieres verme desnudo más te vale cerrar los ojos.

Lo hice.
Oí su ropa mojada caer al piso. Cerró la puerta de la cabina de la ducha. Abrí los ojos. Me daba la espalda.
Tenía un buen trasero.
Acabé con el cabello. Salí del baño, y me senté en la cama.
Lo que pensé un rato atrás no debía ser cierto.
Danny era mi amigo, y teníamos una relación falsa porque él no quería nada.
Pero era dulce, intentaba hacerme feliz.
Tal vez era lo que necesitaba.
Pero tal vez para él tampoco era suficiente. Digo, relación falsa, besos falsos, sexo falso. ¿Por qué no lo intentaría si de verdad le interesaba?
Sacudí la cabeza.
Todo esto era por romperle el corazón a su ex chica, y para evitar que le vincularan con otras, para no acostarse con cualquiera. Él sólo quería estar en paz, ¿Por qué iba a gustarle yo?
Él salió del baño rodeado de una toalla. Se paró en frente de mí. Muy cerca para mi gusto. 

―Tengo ganas de tener sexo ―dijo―, no tengo sexo hace meses.

―¿Quieres hacerlo conmigo? ―le pregunté, mirando hacia arriba.

Asintió.

Sus ojos azules estaban sobre mí. 

―¿Por qué querrías hacer eso? ―volví a preguntar.

―Estás en mi cama, en ropa interior, tienes linda delantera, un bello trasero, y que yo sepa no tienes pene. 

Hablaba despacio.

Apoyó su rodilla en el espacio entre mis piernas, y me echó hacia atrás.
Sí. Lo mío era sólo para las calenturas de quien quisiera estar conmigo.
Se colocó sobre mí. 

―¿De verdad quieres hacerlo? ―le pregunté―, el doctor dijo que no hasta mis días endemoniados.

―Pero lo hiciste con él.

―Y fue un error ―dije.

―Accediste si él usó anticonceptivo, es el único riesgo ―dijo. 

―¿También crees que soy un accesorio de cama? ―le pregunté.

Me miró a los ojos.
―Sólo estoy para suplir el deseo sexual y para ser buenos amigos, ¿Eso? Si de vedad lo piensas, adelante, hazlo.

―Eres complicada, uno puede ser amigo con derechos.

―Entonces adelante ―dije. 

―Luego querrás más.

―Los amigos con derechos siempre acaban mal ―dije―, las relaciones acaban mal. Querer de más es una estupidez. 

―Por favor ―dijo, besando mi cuello.

No me resistí. Ni siquiera me negué.

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PREGUNTA.

Se vienen partes muy candentes y no estoy segura de si hacerlo explícito o decir "Tuvieron sexo y ya". Alguna opinión? 

Novios Falsos 1: Nunca dices lo que sientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora