Parte 32

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Me espantó. 

―¡Él hizo que toda mi adolescencia fuera una puta tortura, Grey!

Estaba realmente enfurecido. Salté del susto.

―¿Hace cuánto que te acuestas con él? ¡Dímelo, Grey!

Quería salir del auto.

―No lo veía hace meses ―dije, luego de su último grito―, me acosté con él la noche antes de acostarme contigo.

Quería llorar. Nunca había visto a Dan tan enojado.
Me miró. Vio el espanto en mis ojos.
Se volteó para mirarme.
Me cubrí la cabeza, creí que iba a golpearme de lo enojado que estaba. 

―¿De verdad no sabes quién es? ―me preguntó, aún molesto, pero no gritando.

―No, no sé quién es, ¡No me hagas daño! 

Intenté moverme lo más lejos que pudiera de él, y me cubrí. De verdad pensaba que de lo enojado que estaba podría golpearme.

Y comenzó a llover. Miré el cielo, habían muchas nubes grandes que podían chocar. Debía salir del auto.
Intenté abrir, pero estaba con seguro. 

―Déjame salir, Danny.

―Está lloviendo.

―Es peligroso, por favor, déjame salir.

―¡Necesitamos hablar de una puta vez, Bancroft!

―Deja de gritarme, por favor ―le dije, llorando.

Ese era uno de mis miedos, alguien gritándome, enojado. 

―Grey, ese maldito imbécil estafó a mi padre, lo traicionó vendiendo a más de la mitad de nuestros clientes a la competencia. Lo acusó de transporte de drogas. Lo inculparon. Yo estaba en el auto cuando lo pararon, y lo esposaron. Él no entendía lo que pasaba, y le ha dado un infarto. En frente de mis ojos. Y luego otro, y murió. Yo sólo tenía quince años, y tuve que dejar la escuela. Tuve que aprender de negocios y levantar la empresa, tomó tiempo para volver a ver a mis amigos.

―¿Y cómo sabes que ha sido él?

―Porque me lo ha dicho. Una noche en que mi madre tuvo un colapso nervioso. Nunca puedo sacarme de la cabeza lo que él nos hizo, Grey.

Me sentía tan culpable.

―Y ahora llega y toma a alguien que quiero sólo para molestarme. Estoy enojado, Grey, muy enojado.

Y hubo un rayo. Di un salto y un grito del susto.
Cerré mucho los ojos y me cubrí los oídos.
Y volvió a caer otro.
Abracé mis piernas y escondí la cara.

―¿Qué tienes, Grey? ―me preguntó.

Y hubo un trueno. Me metí entre los dos asientos, y volví a esconderme allí. Comencé a llorar con desesperación. 

―Grey, ¿Qué ocurre?

Y otro.
Volví a gritar. 

―¿Le temes a los rayos?

Y a él.
Intentó alcanzarme, pero me moví, y no pudo tocarme. Me senté atrás de él. Vi el desbloqueo de las puertas, y mientras él intentaba alcanzarme, abrí las puertas. Salí corriendo del auto.
Corrí sin mirar atrás, y cuando caían rayos, me cubría los oídos, daba un grito y cerraba los ojos. Entré a una caseta en el parque, de esas abandonadas. Me metí dentro.
Mi teléfono sonaba.
No sabía a quién llamar. Llamé a Andy. Si llamaba a alguien más, iban a hacer un escándalo. 

Novios Falsos 1: Nunca dices lo que sientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora