Parte 34

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Mamá llegó a casa.
―Grey, ya llegué. ¿Estás aquí?

―Estoy aquí arriba, hablando con Dan ―dije.

Bajamos, mamá miraba a Dan.
―Ya estamos bien, ma, no debes odiarlo.

―Muy novio tuyo será, pero si vuelve a gritarte tendrá que ir a ponerse dientes nuevos.

Arqueé las cejas.

―¿Te quedó claro? ―le pregunté a Dan.

―Sí. Nos vemos.

Me besó.
Cerré la puerta. Mamá me miró con reprobación, negó, y luego volvió a fijar sus ojos en mí.

―Hay un evento esta noche. Es en TIL. ¿Quieres ir?

―Por supuesto.
Y subí.

Pensé en que debía reparar el daño. Danny ya lo había intentado, y quería que el maldito que lo hizo sufrir, sufriera aún mucho más que Dan. Comencé a pensar en algún plan.
Llamé a Leo.

―Hola, guapo, irás al evento de esta noche, ¿Verdad?

―¿Irás?

―Claro.

Mamá me llevó un vestido. Era negro y ajustado.

―Hemos llegado a la conclusión de que eres quien nos trae a los clientes, te quiero infartante, Grey.

―Me siento usada ―dije, haciendo ondas en mi cabello.

Me maquillé. Debía hacer que pagara por lo que le hizo a Danny.
Fui con mi hermano Josh, quien estudia periodismo.

―¿Qué quieres, pequeña rata? ―me preguntó, leyendo los periódicos del día.

―Necesito tu grabadora. ¿Qué tanto sabes de la flota Roman?

―Ah, pues, nunca me he comido eso de que Danny Roman es tu novio. He investigado un poco a su familia.

―¿Te interesa una historia? Si es así, debes venir conmigo esta noche.

Le conté todo lo que sabía a Josh, quien estaba maravillado.

―Tú tienes el diario online, ¿No?

―No es mío, trabajo para él y lo publicito en Facebook. Pero si tienes algo que pueda volver viral, adelante, soy tu hombre.

―Debes ser un pingüino esta noche. Sólo ayudarás en el bar y ahí es donde te necesito.

Llevó su grabadora. Tenía el listado de invitados, y gracias al protocolo, iba a ser fácil.
Llegamos, preparamos todo, y esperamos a los invitados. Lo vi llegar, con las manos en los bolsillos. Sonreía.
Estuvo mirando todo el tiempo a qué hacía.
Fui a la cocina.

―Quiero las entradas fuera en cinco minutos ―dije―, las ensaladas en veinte y los fondos en veinticinco, las champañas salen en tres.

Salí. Fui a la barra. Josh seguía ahí.

―Ese tipo te estaba mirando todo el tiempo.

―Ese es Leo.

Sonrió.
Me dio un trago.

Luego de la cena, todos estaban conversando, algunos bailando.
Leo llegó hasta mí, mientras Josh encendía la grabadora y una cámara escondida entre las botellas.

―Hola, ¿Nombre, número de identificación y cargo?

―¿Por qué?

―Pues hay algunos colados aquí en la fiesta ―dije―, es protocolo que mandó la dirección. ¿Quieres un trago o no?

Novios Falsos 1: Nunca dices lo que sientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora