Parte 24

88 3 1
                                    




Llegó la comida a nosotros. No tenía hambre de comida.
Si le gustaba algo, debía querer todo el paquete.

―¿Está todo bien con su comida?

―Quiero ver el menú de postres ―dije―, ahora, por favor.

Ahí estaba la chica amarga que todos conocían.

Asintió y me dio la carta de uno de sus bolsillos. Pedí cinco postres.

―Enseguida, señorita.

―Gracias.

No toqué la comida. No me gustaba comer cosas que no sabía qué eran.

―Eso es mucha azúcar.

―Es la suficiente. Me da súper poderes.

―¿De qué clase?

―Para soportar situaciones torcidas.

Sonrió.
―Me gustan las personas que tienen un orden distinto para sus cosas.

Me comí todos los postres. Intentaba no mirar arriba.

―¿Quieren algún otro postre?

―Ah, no ―dije―, pero quisiera papas fritas.

―¿Desea agregarles algo?

―Una malteada de chocolate.

―Excelente elección, ¿Desea algo más?

―Por ahora nada más.

―Yo quiero lo mismo.

La chica se fue, y él se quedó viendo.

―Es tu turno ―dije―, te toca ser analizado.

Sonrió. Apoyó su cabeza en sus manos.

―Adelante.

―Realmente no te interesa estar aquí hoy, sólo quieres molestar a Danny.

Rió.

―¿Por qué querría molestar a Danny?

―Porque estás celoso ―dije.

Llegó la chica con las malteadas, comencé a beber la mía enseguida.
Él se veía sorprendido.

―Siempre quieres lo que él tiene. ¿Me equivoco?

―No hay nada de malo con querer más ―dijo.

―No, no es más, es sólo lo que él tiene. ¿Conociste a Susane?

Sonrió.
Sonreí. Lo descubrí.

―Te metiste con Susane a las espaldas de Danny.

Su cara era indescifrable.

―Tú... hiciste algo. Sí. Hiciste que Susane se interesara en ti, ella engañó a Dan. Y luego las cosas se pusieron raras entre ellos.

Subió la mirada hasta mis ojos.
Oh, sí, le había tocado la fibra.

―Quisiste quitársela a Dan para que le doliera, pero él ya estaba harto porque ella era muy superficial. Y ella... se arrepintió cuando supo lo que querías.

Se mordió los labios.

―¿Cuántas veces lo has hecho antes?

―Dos.

Sonaba divertido e impresionado.

―¿Por qué es eso? ―le pregunté.

―Porque él es quien dirige. Yo quiero hacerlo. Quiero ser mejor, quiero patear su trasero.

Novios Falsos 1: Nunca dices lo que sientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora