Errores

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Nunca me había equivocado de una manera en la que quisiese arrepentirme, cada error que tenía, lo veía como algo bueno, algo de lo que debía aprender para que no volviese a repetirse y esperaba siempre fuese así.

Al llegar a casa, Nam, me había recibido con uno de sus nuevos y más actualizados sermones, se tomaba demasiado en serio el papel de "hermano mayor" que aparentaba.

-___...- Hablo justo cuando abría la puerta, lo suficientemente alto para escucharlo.

Solo debía caminar unos cuantos pasos, para así llegar a la amplia sala donde descansaba sobre un sofá de una sola plaza con un grueso y antiguo libro entre sus manos. Lo mire inquisitiva, por lo general, nunca hablaba conmigo después de mis salidas.

-Siéntate- Señalo el sofá frente a él. Fruncí el ceño e hice lo que me pidió mirándolo fijamente.

-¿Qué pasa?- Un grueso suspiro abandono sus labios.

-Sabes que nunca te he prohibido nada, ya que tu comportamiento es mejor de lo que puedo esperar- Asentía a cada una de sus palabras, ya que eran reales, nunca me comporte como alguien rebelde, así que no tenía ningún delito por mi parte- pero... hay algo que me preocupa.

-¿Y qué es?

-Siempre que sales, acudes a lugares llenos de personas... de compañía, pero no la aceptas, temes estar sola pero rechazas toda cercanía, toda relación...- Algo dentro de mí se había removido de manera desagradable ante sus palabras, las cuales, no podía negar de ninguna manera.

-Te tengo a ti...

-Pero yo no puedo sustituir a un compañero. Si, tú y yo lo somos, pero no de la manera en que tendría que ser, somos una familia y tú necesitas a alguien que te quiera de una manera distinta a como yo lo hago.

-¿Quieres que me vaya?- Sus palabras me habían llevado a una sola conclusión y era la misma que preguntaba. Su rostro se crispo de manera dolorosa y de inmediato ya se encontraba a mi lado abrazándome con fuerza.

-No, por supuesto que no, nunca. No quiero que te vayas de mi lado de ninguna manera, eres mi vida.

-¿Entonces?- Sus labios besaron con delicadeza mi frente.

-Solo quiero que encuentres a alguien que te haga feliz, sonreír y que evite que deambules como fantasma por las noches, me preocupa que algo te pase.

-Siempre puedo quedarme aquí.

-No- Negó con la cabeza- No me has entendido, no te quiero aquí prisionera sino que tengas a alguien que siempre te acompañe cuando no este yo, cuando no pueda estar contigo y necesites algo, que te brinde su amor y apoyo incondicional.

-Conseguiré un perro o un gato- Trate de persuadirlo a lo que él solamente rio estruendosamente.

-Suerte con eso, sabes que no se nos acercan. Pero yo preferiría que fuese un chico.

-¿Un chico? ¿Los has visto recientemente? No son apuestos y amables- Me queje mientras hacía un gesto.

-Sí, pero no todos son así, aunque no tiene que ser precisamente humano, prueba con alguno de nuestra raza- Me animo pasando un brazo por mis hombros y recargándose en el sofá.

-Ya lo he hecho...

-Jin no es el único chico de nuestra raza- Me recordó quejoso.

-Y bendito sea el mundo por eso- Nam realmente se la estaba pasando bomba con mis respuestas y situación.

-Entonces prueba con los hijos de la luna- Animo burlón.

-¿Me ves cara de veterinaria? Son demasiado impredecibles, además no iré con un perro enorme detrás de mí todas las noches, aunque...

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