Amigos

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[JiMin]

Camino por la calle mientras acomodo el gorro sobre mi cabeza, aún es temprano y faltan unas cuantas horas para el anochecer, sin embargo debo ir arreglar cosas con respecto a mi bar, "Sombras". Desde el pequeño incidente con el muertito, se había vuelto bastante concurrido, cuando creí que iba a ser todo lo contrario, así que debo ordenar más cantidad de bebidas y realizar más actividades de entretenimiento, porque ¿Qué es un bar sin temáticas? Simplemente nada.

Estoy por doblar la esquina cuando algo llama mi atención, paro mi marcha y echo reversa. Retrocedo hasta quedar frente a un callejón con bardas de ladrillo rojo, un enorme contenedor de basura y bastante limpio a decir verdad. Veo el cuerpo de un chico en el fondo de este y mi curiosidad se pone en marcha. Avanzo unos cuantos pasos en su dirección y me detengo, con medio cuerpo escondido detrás del contenedor, y asomo mi cabeza.

El chico está en una posición bastante incomoda, tiene el rostro hacia la derecha y no puedo verlo, su brazo izquierdo está un poco doblado y sus piernas están desparramadas en direcciones distintas. Su oscuro cabello llega hasta el suelo, y su piel tiene un tono blanquecino feo, como si estuviese enfermo.

¿Se habrá emborrachado y luego termino aquí? ¿Estará drogado? ¿Sera como en esas películas donde después de robarlo, lo llevan hasta el fondo del callejón para violarlo y...? Sacudo mi cabeza, alejando mis extrañas preguntas, no sin antes cerciorarme que su bragueta y pantalones estén en su lugar, y si, todo bien.

Me agacho hasta topar con el suelo y con rapidez gateo hasta el otro extremo, observo de nuevo al chico que sigue sin moverse y gateo hasta otro extremo, llegando a estar a una distancia bastante prudente. Aspiro su aroma y se me hace extraño que ningún tipo de fragancia llegue a mí, me acerco un poco más y de inmediato retrocedo casi quedando pegado a la pared.

Tiene el aroma de Jin.

-Carajo...- Digo en voz baja, mientras que con mis manos tapo mi nariz.

Escucho atentamente por un segundo y ningún latido llega a mis oídos, tampoco el típico calor corporal de un humano. Suspiro un poco decepcionado, ya que odio encontrarme con las presas de aquel tipo, siempre se sabe que son sus amigos cercanos y personas casi del todo sinceras con él.

Maldito bastardo, pienso, y de nuevo intento acercarme al chico. Miro una de sus manos, y sin evitarlo la toco con las yemas de mis dedos. Esta por completo helada, así que no dudo que el resto de él este igual. Cruzo sobre su cuerpo, llegando a su derecha y con cuidado giro su rostro.

Abro los ojos sorprendido al notar que es bastante atractivo, algo difícil de admitir entre hombres, sin embargo a mí no me supone algún inconveniente. Tiene rasgos finos y aniñados, puedo incluso imaginarme una sonrisa cuadrada en su rostro.

Observo su atuendo, el cual se basa en unos jeans flojos, un suéter de rombos y zapatos, nada en particular llamativo, ni siquiera un aretillo, colgante o anillo, nada en absoluto.

-Bien, amiguito, creo que tuviste un mal final- Digo mientras saco el teléfono de mi bolsillo trasero y comienzo a marcar el número de emergencias. No puedo dejarlo aquí, al menos debe tener una despedida digna.

El primer tono comienza a sonar cuando me doy cuenta que la palidez de su piel comienza a disminuir hasta adquirir un color crema, sus labios un tono rojizo y las ojeras bajo sus ojos se oscurecen hasta crear un delineado natural.

-Oh...- Digo sorprendido y me inclino sobre el para ver que más le ocurre.

-Emergencias, ¿en qué puedo ayudarlo?- Me contesta una voz masculina.

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