Dulces sueños(Parte 1)

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Treinta y tres, treinta y cuatro, treinta y cinco, treinta y...

Gota a gota, el agua desciende por la pared hasta caer en pequeñas porciones, creando un charco que poco a poco se hace más grade. Lo miro fijamente, intentando hallar algo en el sin tener éxito.

Los ruidos del exterior suenan con fuerza en mis oídos y ni siquiera los audífonos a todo volumen conectados a mi reproductor de música logran disimularlos. Al parecer tienen una especie de fiesta y su alboroto ha aumentado a más del común.

Acomodo mi cabeza contra el frio azulejo, sintiendo mi mejilla helada casi al instante y como el metal se amolda a mi nueva posición. Resisto a medias el impulso de abrazarme, encogiendo mis piernas hasta pegarlas a mi pecho, pero sin rodearlas, intentando conservar un poco de calor que sé, no tengo.

Miro hacia la derecha y una sonrisa aparece en mis labios.

Las fotografías que me entregaron como señuelo ahora me sirven para afrontar los días difíciles, que conforme pasan las horas, se empiezan a convertir en todos. Mi favorita es donde JungKook parece sonreír directamente a la cámara de forma inconsciente. El lunar debajo de su labio inferior se marca con mayor visibilidad y a los costados de sus ojos aparecen pequeñas arruguitas que a mis ojos son encantadoras.

Pero no es la única, por lo menos cinco de esas fotos se han vuelto todo un arte para mis ojos. El collage que he formado me permite no perder ningún detalle de los escenarios plasmados, y mucho menos de las personas en ellas.

De reojo percibo movimiento, pero no me inmuto, continuo observando con adoración mis fotografías, tarareando en voz baja la música en mi reproductor.

Axl Rose me canta al oído sobre lo curioso que es amar a alguien y poder proclamarla como tuya y como es que duele cuando ves que esa persona sufre.

-____...

Cambio la canción y Marilyn Manson habla sobre dulces sueños que se vuelven pesadillas, suspiro, al menos existe alguien que la pasa peor que yo.

-____, por favor, sé que puedes escucharme.

Poco a poco, me levanto a medias, sosteniéndome con ambas manos y me doy la vuelta, dándole la espalda al chico pelinegro, me recuesto lentamente y hago un gesto de dolor.

Soy patética en todo aspecto.

Solo un mes aquí y ya soy básicamente basura.

-Él quiere verte.

Cierro los ojos y vuelvo a hacerme un ovillo. Meto un par de dedos de cada mano por debajo del metal en mi cuello, prefiriendo torturar mis dedos y no mi yugular, suspirando de alivio por unos segundos hasta que el escozor se traslada a otra parte.

Su mirada penetrante no me deja en paz, sintiendo como se clava en mi espalda en la espera de una contestación.

Yugyeom suspira y escucho como se sienta en el borde de la cama a mis pies. Una cama que no he utilizado desde que llegue.

-De verdad, ____, necesito que vengas conmigo- Ruega.

Cavilo cada una de sus palabras, demorándome en la palabra "conmigo".

Él no me molesta a menos que sea necesario, lo he comprobado y aunque también sea el responsable de las cadenas en mi cuerpo, no significa que no me las haya quitado un par de veces sin permiso. Su amabilidad aún me es dudosa, pero luego recuerdo lo que era y el desconcierto se envuelve en mi pecho.

Suspiro de nuevo, una costumbre que he adquirido últimamente y que comienza a cansarme. Me levanto levemente y arrojo los audífonos junto al reproductor a la cama. Doy un gemido ahogado cuando termino de erguirme, ignorando la mano que me tiende y que no acepto, no siendo la primera vez.

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