Uno mismo

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Hay veces en las que la vida parece tener a sus preferidos y sus menos agraciados. No hay forma de entenderlo, ni mucho menos de explicarlo, es como una ruleta rusa donde puede tocarte buena o mala suerte, aunque puede que la suerte en si no exista, solamente las situaciones que debemos manejar para saber si son favorables.

La pelinegra sabe que su situación no ha sabido manejarla, de pasar a ser solo ella a quien torturaban, ahora ha metido en la ecuación a lo más valioso que había surgido en su vida en el ultimo tiempo.

¿Siempre estaría destinada a hacer daño a quienes quería? Su familia y otros eran la muestra clara de que quizás, ella no estaba destinada a querer a alguien lo suficiente.

Su vista permanece clavada en el chico que esta sobre la silla, con sus manos encadenadas y el pecho descubierto, pero con cicatrices de lo que fueron heridas profundas. El fantasma de sus gritos y suplicas aún se reproducen en su mente y siente que no podrán irse en mucho tiempo, mucho menos por el hecho de que ella no pudo ayudarlo.

El hombre de ojos grises y olor a humo había hecho de ella una simple carga que se dedicaba a mirar y derramar lagrimas sin conseguir nada. Él también había tocado a JungKook, pero su chico aún había peleado y protegido, hasta que más de cinco personas tuvieron que sostenerlo.

JungWon había hecho algo, fue él quien había herido el pecho de JungKook, con una equis perfectamente hecha sobre su corazón, todo parecía una especie de escena de fantasía, pero podía recordar el frío que había llenado la habitación y la lengua que este pronunciaba.

La lengua de las brujas.

Entre los recuerdos que aun moraban en su memoria de forma fresca, podía recordar a Nana hablarle sobre aquellas mujeres que se manejaban entre el mundo humano y el mundo de lo espiritual, donde al menos la mayoría, dedicaba su sabiduría en cosas profanas y hacer daño.

¿Y si JungKook ya no despertaba?

Quiere moverse o por lo menos gritar, pero es como si una presión invisible se colocara sobre todo su cuerpo y le cerrara la garganta, aún cuando podía sentir el dolor y la sangre recorrer su cuello. La mordida que aquel hombre le había dado le recordaba la que se había ganado con Jin, pero con mucho más cizaña, como si aquel vampiro disfrutara del sufrimiento que causaba en la pelinegra.

El cansancio se une a la impotencia, una mujer de cabello castaño había estado jugando con ella antes de que colocaran en el mismo cuarto a JungKook, dándole una especie de descargas eléctricas que la dejaban con espasmos y sollozos silenciosos.

Nunca olvidaría la mirada que le dio JungKook cuando la vio revolverse en el suelo y morderse la lengua para no gritar, había tanto dolor en su mirada que apenas había registrado de que se trataba de él... hasta que los gritos comenzaron.

Su respiración es apenas regular, con toda su fuerza reunida en su mano, queriendo poder moverse apenas un poquito, su cuerpo esta tan mallugado que no sabe en que momento la inconsciencia la reclama, arrojándola a los brazos de un NamJoon con aspecto desesperado.

-____-La sacude, observando como la pelinegra parece estar en otro lugar- Vamos, cariño, hablame.

Poco a poco el tacto del castaño parece reavivarla, haciendo que está se aferre con fuerza a la proyección de su mente inconsciente.

-Perdoname, Nam- No puede mirarlo a los ojos, ha fallado en su único trabajo por hacer, permitiendo que JungKook pueda no ser el mismo de siempre.

-Dime donde estas- Ella busca entre sus pensamientos, entre las profundas aguas de un mar oscuro.

-Estamos en Seúl, no fue un trayecto largo, podía escuchar el cauce del agua, tal vez el rio Han.

-Juro que estoy buscándolos a ambos- La abraza a su pecho, besando su frente y apretando sus manos en puños cuando se da cuenta de que ella tiembla- No te rindas, tu no haces eso.

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