Descuido

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 [JungKook]

Recuerdo cuando mi primer día de secundaria.

El día era nublado y una pequeña llovizna caía detrás de la ventana. Mamá me había advertido del clima un día anterior, así que haciendo caso a sus palabras traía conmigo un impermeable gris y botas de lluvia, las cuales hacían un sonido graciosos cuando caminaba.

-Que tengas un lindo día, Kookie- Dijo mamá justo en la puerta mientras se despedía de mí. Le había hecho prometer que a partir de ese día dejaría de llevarme a la escuela.

Su cabello negro relucía a pesar de que no había luz del sol, su cálida sonrisa me hacía sentir seguro y sus palabras me daban la alegría que necesitaba cada mañana. Definitivamente la amaba.

Imitando su sonrisa bese su mejilla y me encamine hacia la lluvia, la cual se sentía realmente refrescante, pero no quería enfermarme, así que me coloque la capucha y camine a paso lento por la acera. La escuela estaba a solo diez minutos de casa, lo que motivo a Iseul para que me dejara ser un poco independiente. Papá estaba de viaje, así que él no podía despedirme, pero si tenía a mamá, todo estaba bien.

Grandes charcos de agua llenaban el camino, me divertía saltar sobre ellos y salpicar todo a mí alrededor, excepto cuando pasaban otras personas, ya que temía que me acusaran con mamá. Fue hasta después que comprendí que eso no pasaría porque no la conocían y yo podía correr lejos antes de que me atraparan. Era realmente torpe.

Al llegar a la escuela, no pude evitar esconder una sonrisa, la adrenalina corría por mis venas, mis sentidos se mantenían atentos, todo me parecía emocionante. Mi aula estaba un poco alejada de la entrada, sin embargo, no me molestaba caminar hasta allá.

La clase inicio justo cuando el último niño entro, o eso creí. Nadie se había sentado a mi lado y eso me hacía sentir un poco solo, nunca había tenido hermanos y la única compañía que podía tener era la de un amigo, pero parecía que ese día no habría tal. Un poco de mi felicidad se había esfumado cuando todos tuvieron compañero excepto yo y la maestra aclaro que al hacer trabajos en equipos podía quedarme solo o juntarme con alguna pareja, pero las miradas que me fueron dirigidas, no me dieron la confianza suficiente para aceptar aquella propuesta.

Conocía a muchos de mis compañeros, ya que habíamos compartido años escolares con anterioridad, y con ello, sabían que mi familia era Jeon, de las grandes empresas Jeon, lideradas por mi padre y abuelo y antes de ellos su padres y abuelos, era toda una extensa línea de familia en este negocio, al igual que la extensa línea de ceros que se manejaban en la cuenta bancaria de papá.

Me aborrecían por tener lo que ellos no. Pero no comprendían que no era ningún tipo de niño mimado, sino todo lo contrario. Mis padres me habían enseñado que el dinero solo era un pedazo de papel que compraba cosas, que iba y venía, pero debía utilizarse con responsabilidad y nunca dejarme llevar por ello y si me era posible, ayudar a los que lo necesitaran. Y así era, pero los demás no se daban cuenta.

Ni siquiera entendía como es que aquel día me había sentido entusiasmado si sabía que se repetiría lo que años anteriores.

Ignorar a Jeon y solo hablarle cuando necesitabas algo. Esa era la regla y yo, no podía hacer nada.

La clase dio inicio y yo trate de esconderme entre mis cortos brazos cubiertos por mi ligero abrigo, para que el resto decidiera iniciar con su rutina sin interrupción por mi parte.

Tome un lápiz y apoye mi mejilla en mi brazo derecho, comenzaba a dibujar un auto como el que deseaba cuando fuera grande cuando alguien toco la puerta. Ni siquiera dirigí mi mirada hacia allá, continúe con mi tontería sin prestar atención hasta que escuche una voz apenada.

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