Encuentro

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No podría decir a ciencia cierta qué fue lo que sentí cuando mire por primera vez aquellos ojos castaños llenos de pánico pero con una valentía impresionante, puede que ahora diga "cariño" o "sorpresa", inclusive "familiaridad".

Es más grande de lo que recuerdo, su cabello ahora es negro y no castaño, ha dejado de ser tenuemente rizado para ser por completo lacio, ya no tiene aquellas mejillas rellenas de cuando niño, ni mucho menos la altura.

Mi pequeño SungOh ha crecido mucho.

Lo veo despabilarse, sacudiendo su cabeza en diversas direcciones, mientras busca con la mirada algo en que ubicarse. TaeHyung de inmediato corre hasta donde estoy yo y se coloca a mis espaldas.

-Están despertando- Me susurra al odio- ¡Vámonos!

Me toma de una mano e intenta jalarme mientras pretende echarse a correr.

-No, TaeHyung, espera...- Suelto su mano y continuo acercándome hasta donde el pelinegro observa todo con detalle.

Frunce el ceño mientras hace un puchero y tengo la extraña necesidad de rodar los ojos, recordando donde es que aprendió ese gesto.

-Yu SungOh...- Digo en su dirección, ganándome una mirada de desconfianza y un pequeño gruñido. Solo pocas personas conocemos su apellido real.

-¿Quién te ha dicho mi nombre?- Mentiría si dijera que no siento un poco de dolor ante sus palabras, pero por una parte es mi culpa, tengo más de cincuenta años sin verlo.

-Tú mismo me lo dijiste- Los murmullos a mis espaldas cesan.

SungOh parece confundido, demasiado diría yo. Desata unos cordones de su pantorrilla y se coloca la ropa que de allí quita, mientras me observa con detenimiento. Termina de colocarse su camisa y se aproxima a mí con gesto extrañado, recorriéndome con la mirada, mirando mi rostro tan detenidamente que siento como si tratara de memorizarlo.

-¿____?- Pregunta y veo como sus pies se mueven inquietos, comenzando a reconocerme.

-¿Qué esperas para abrazar a tu madre?- Digo e inmediatamente soy rodeada por un par de enormes brazos y un extraño calor corporal.

-¡Mamá!- Grita con emoción, recordándome en aquellos tiempos cuando acudía a verlo en medio del bosque de la mano de Jin.

SungOh era un cachorro huérfano cuando lo conocí, solo tenía seis años, mejillas huecas y un enorme moretón recorriendo su mentón. En aquellos años, mi relación con Jin era prácticamente "perfecta", era el hombre de mis sueños y él se esforzaba por quererme más de lo debido.

El pequeño castaño sabía lo que éramos, nuestro olor nos delataba y a pesar del miedo que sintió, no se amedrento, mantuvo su orgullo en alto e inclusive mordió a Jin en una pierna. Me tomo cerca de dos semanas ofrecerle comida sin que saliera corriendo. Me preocupaba bastante el que no se alimentara como era debido, ya que no había nadie que lo cuidara, sus padres habían muerto por causas desconocidas y no pertenecía a una manda que cuidara de él, y a pesar de las constantes quejas de Nam y Jin por involucrarme con una especie distinta, no me rendí hasta poder tener a SungOh seguro entre mis brazos.

Era normal que en un principio mostrara repugnancia hacia mí, no me molesto en absoluto, todo lo contrario. Todas las noches acudía al mismo lugar del bosque con una sesta repleta de comida que robaba de la despensa de la casa de Nam para alimentarlo. La mayoría de las veces no se dejaba ver como un humano normal, tomaba la forma de un diminuto cachorro de lobo color pardo, que olisqueaba todo en la cesta hasta que encontraba algo que le agradara y comía mientras me observaba.

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