Rehabilitación

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Eran las 8:45 cuando escucho que alguien empieza a tocar la puerta. ¿Quién podía ser a esta hora en un hospital? Además de Jace, obvio. Él había pasado a las seis y media a saludarme antes de ir a la escuela, porque no le permití faltar a clases sólo por mi pierna enyesada.

La cuestión fue que esa personita de afuera empezó a tocar la puerta más fuerte.

- ¿Quién es?
- Soy tu médica. ¿Puedo pasar?
- Claro.

Entró y abrió las cortinas. El sol fue directo con el objetivo de quemar mi cara.

- Hoy empezaremos la rehabilitación de tu pierna - dijo señalándola.
- Pero, ¿Con el yeso?
- No. Primero lo sacaremos con Alejandro y luego iremos al salón de ejercicio para comenzar con cosas simples. Igual quédate tranquila porque siempre estaré a tu lado.

"Gracias" - pensé, pero no lo dije.

Se sentó y se quedó mirándome.

Lucía cansada. Llevaba el uniforme al revés. Y su pelo era un matete lleno de nudos.

- ¿Qué? - le pregunté curiosa.
- Nada. Me dijeron que te gustaba bailar.
- Sí, pero mírame ahora.
- Te diré lo que yo veo. Una chica que va a tener fe y que en menos de un año seguirá bailando.

Sonreí. Se estaba por ir cuando le tomo un brazo. La miré y obviamente entendió la expresión de mis ojos.

- Ah, sí, me llamo Rachel.
- Pues Rachel - señalé su atuendo de trabajo - llevas el uniforme al revés.
- Ah. ¡Que tonta!

Cerró la puerta y salió. En cuestión de minutos, cuando traté de volver a dormirme, Kim entró gritando.

- HOLA MI RENGA.

La miré con cara de odio.

- Está bien. Demasiado temprano para ese apodo.
- Mm... Yo creo que siempre será temprano para ese apodo.
- Pues yo no - dijo saludándome con un abrazo.
- ¿Por qué estás aquí y no en la escuela?
- Porque quise visitar a mi amiga renga.
- 1) Deja de llamarme así, 2) No te aproveches de mi pierna para faltar al colegio.
- Pero no vine porque quería zafar. Vine porque quería ver a la persona que más quiero.
- Esa - le dije señalándola - no te la cree nadie.
- Está bien. Me atrapaste - dijo levantando las manos en gesto de rendición y poniendo los ojos en blanco.
- Ahora me dices porqué quieres zafar de clases.
- Es que....
- Es que....
- Es que no me quiero cruzar con....
- Con....
- Con Thomas.
- ¿Thomas? ¿Qué te va hacer un profesor?
- Dugh. El otro día las chicas me dijeron que se acostó con Santana.
- ¿Que qué?
- Sí, como lo escuchas.
- ¿Y no lo piensa denunciar?
- No. Claro que no.
- ¿Por qué no lo haría?
- Porque ahora salen en secreto.
- Y esa es la razón por la que faltaste porque....
- Ay, ya basta. No tengo una razón. Simplemente no quería ir al colegio.

La miré sabiendo que la conocía muy bien.

- Bien. Ya dímelo. Te pasa algo.
- Claro que no. ¿De qué hablas?
- Por Dios Kim, te conozco desde pequeña. Cuando no puedes ocultar algo empiezas a estar inquieta y a caminar de un lado para el otro - le dije mientras lo hacía.

Frenó y se miró los pies.

- Es que prometí que no te lo iba a contar porque me dijo que no era el momento indicado, porque tu pierna y que no puedes bailar y y y....

Cuando empezaba con ese cuento de que no se lo podía decir a nadie, era el momento indicado para preguntarle cosas y sacarle información.
Empezaba a zapatear sin dejar de mirar el piso.

- ¿Y quién te lo dijo?
- Jace. Pero espera, no me interrumpas.
- ¿Que te lo dijo Jace?
- Pues sí, pero...

Paró de hablar en cuanto se dio cuenta de que reveló lo más importante.

Chica de PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora