Me sentía simplemente perdida. Sentía que flotaba como una pluma, que es sacudida por el viento, sin poder hacer que pare, y sin poder elegir la dirección en la que ir, porque era arrastrada por la que, en un principio parecía una brisa suave.
Me dolía el pecho y había dejado de saber si era por haberme desmayado o porque mi corazón se había partido en diminutos fragmentos.
En cuanto abrí los ojos, noté que no me encontraba en mi casa. Las luces pálidas de la sala penetraban mi visión, convirtiendo mi alrededor en impecable blancura.
Una mujer joven esperaba a los pies de la cama, ver algún movimiento, que le demostrara que me encontraba despierta.
Una máquina a mi lado, pitaba de acuerdo a mi ritmo cardíaco, componiendo una canción que agujeraba mis oídos y me hacía doler la cabeza.
- ¿Cómo te encuentras, Clary? - preguntó la mujer, cuando comenzaba a acostumbrarme a las luces - Te hemos hecho un chequeo general, y todo parecería ir bien.
Dejé de escucharla en cuanto comenzó a leer los resultados de mi estudio de sangre. No entendía cómo había llegado aquí, ni en qué momento me habían hecho todos aquellos estudios.
Lo único que podía recordar, era el beso. Los bucles de la muchacha, caían sobre sus hombros, rozando su piel delicadamente. Sus manos finas, acariciaban la nuca de Hunter, quien la atraía hacia sí con una mano en su cintura. Sonreían mientras se besaban, haciendo que sintiera que, con cada roce de sus labios, me encogía convirtiéndome en una persona muy pequeña.
Las lágrimas inundaron mis ojos, y la enfermera se acercó preguntando si me dolía algo. Negué con la cabeza.
- ¿Cómo está el bebé? - pregunté entre sollozos.
Ella carraspeó y revisó los estudios. Me ponía nerviosa la lentitud con la que proseguía, como si tuviera el día entero para demorarse en encontrar una respuesta.
- Clary, no estás embarazada.
Abrí los ojos como platos, sin poder creer las palabras que salían de su boca.
- Es imposible - empecé a decir - la prueba salió positiva.
Ella circulaba a mi alrededor, con un ritmo de caminata un tanto acelerado, teniendo en cuenta la cantidad de aparatos frágiles que ocupaban el espacio de la sala.
- Esas pruebas tienen un leve porcentaje de ser incorrectas - respondió riéndose como si fuera algo que yo tuviera que saber.
- ¿Y qué me dice de las náuseas y los mareos? - comencé a enumerar mis síntomas.
- Eso se debe a que, como tu amiga nos ha contado al traerte, te estaban haciendo cumplir una dieta muy reducida en carnes y carbohidratos. Pero no es nada que no se pueda solucionar con vitaminas e incluyendo los alimentos suprimidos a una nueva dieta - respondió tomándome por sorpresa. Kim me debería haber traído, en el momento eb el que me encontró en el suelo del campus.
No sabía si sentirme aliviada o desilusionada. Estaba logrando convencerme a mí misma de que podría ser una madre y de que esto estaba realmente sucediendo, y nunca se me había ocurrido hacer una consulta con un médico.
Sentía como si todo esta año hubiera sido una broma pesada. Como si todos supieran lo que pasaría, mientras que yo buscaba el lado bueno de todas las cosas.
Había caído a los pies de Hunter, más conocido en el instituto por su promiscuidad. Me había convencido de que podría cambiar, de que algunas personas destrozadas, requieren de tiempo y el conocimiento de una realidad diferente a la que viven, para poder completarse.
Pero me había equivocado. Era una inútil y ahora comenzaba a entenderlo. Algunas cosas no cambian, por más de segundas o terceras oportunidades. Quizás necesitan de más tiempo para identificar sus actitudes dolorosas y poder descubrir una manera de evitarlas. O quizás, simplemente, están tan arruinadas que ni siquiera quieren esa ayuda, que finalmente parece que fuera una opinión externa de su forma de vivir.
Cuando una persona es invasiva en lo que el otro no entiende de sí mismo, éste último se aleja.
La enfermera abandonó la habitación, dejándome sola con mis pensamientos, que eran más sofocantes que su compañía.
Intentaba adivinar la identidad de la muchacha. Me era familiar, pero nunca antes la había visto en el Instituto.
La comida que me había traído al mediodía era asquerosa, pero prefería no pensar demasiado en su aspecto, porque estaba bastante hambrienta.
Pasé la mayor parte del día vagando en mis pensamientos, mientras observaba la manera en la que la luz del sol recorría el dormitorio con el pasar de las horas.
A veces el silencio era peor que mil palabras, porque podía no haber un solo sonido que rebotara entre aquellas cuatro paredes, pero en mi cabeza, no quedaba un solo rincón que no fuera invadido por pensamientos.
El horario de visitas comenzaba alrededor de las seis, y no fue hasta esa hora, cuando la habitación empezó a cobrar vida nuevamente.
Kim fue la primera en entrar, que cargaba con un rostro preocupado y angustiado, y a pesar de que lo negara, se notaba que había estado llorando.
- No estoy llorando - fue lo primero que dijo, una vez cerró la puerta detrás de ella.
- Mira, Kim. O estuviste fumando marihuana a mansalva o lloraste hace un par de horas.
Ella rió.
- De acuerdo, me atrapaste - murmuró entre risas.
- Ay, por Dios. ¿Fumas marihuana? - dije con tono sarcástico.
Kim tomó un almohadón y me lo arrojó en la cara.
- Nunca pierdes el sentido del humor, ¿no? - preguntó.
La puerta se volvió a abrir, tomándome por sorpresa.
Jace entró en la habitación, y a través de mis ojos cruzó uno de los recuerdos más bellos que alguna vez atesoré. 《Chica guerrera》habían sido sus palabras aquella vez.
Una sonrisa le daba calidez a su rostro, como si estuviera abriendo caminos por tinieblas que lo habían abrumado tiempo atrás. Parecía relajado con sí mismo, pero con un semblante preocupado por mi estado.
Pero pronto, la oscuridad se adueñó de su sonrisa, cuando la vi entrar a ella.
Sus bucles se sacudían de lado a lado con cada paso que daba, sus labios parecían estar frescos como si el beso de Hunter los hubiera vuelto en vida y su piel brillaba bajo la luz blanquecina.
Efectivamente, la chica que había besado a Hunter, era Rose.
Y jugando un juego de apariencias, lograba convencer a Jace, de que era la persona que traía la felicidad a sus días.
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Chica de Papel
Fiksi RemajaClary es una adolescente de 16 años que se siente excluida, fuera de lugar y que no pertenece a su escuela. ¿Recuerdan a la chica que siempre se encuentra al final del pasillo, es empujada por todos los deportistas? Esa era ella. Una completa chica...