Chica guerrera

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Me quedaba solo un día para poder irme. Pero no me quejaba. Para nada. Para mí no fue un infierno estar en un hospital apartada de la danza. Era lo que creía, no lo que me pasó. Es más, creo que no me molestaría estar un tiempo más aquí.

Pero estaba en esa habitación. El último día en el que vería éste cuarto. Recorría de una punta a otra, todo ese lugar que fue muy importante para mí.

Ya no tenía muletas. Rachel dijo que no las necesitaba más. No quiere decir que no me siga doliendo.

- No puedes quedarte quieta ni con una pierna rota - dijo Jace.
- Pues me conoces muy bien - le contesté sonriendo.

Estaba sin parar de caminar porque en unos minutos me dirían si puedo volver a casa. Además, sabía que él me estaba ocultando algo, y para evitar esa incomodidad trataba de no hablar mucho.

- ¿Qué te pasa Clary? Te noto muy callada.
- Nada.
- Vamos dímelo. Te conozco.
- Está bien. Pero prometes no enojarte con ella.¿Por qué le dijiste a Kim..... - antes de que pudiera terminar la frase, se abrió la puerta y los dos miramos hacia ella.
- Clary, oficialmente te puedes retirar del hospital - dijo Rachel.
Me tiré hacia Jace abrazándolo fuerte. Ya sé que de alguna manera estábamos peleados, pero lo amaba y no soportaba un solo segundo sin él.
- Hacen tan linda pareja

Cuando me di cuenta de que ella seguía en la puerta y Jace me estaba alzando, me alejé de él completamente roja.

Jace me ayudó a cargar un par de cosas en el auto de mi madre. Rachel se quedó afuera saludándome con la mano. Corrí a abrazarla. Era como una segunda hermana mayor para mí, y no despedirme era como violar una ley básica de familia.

Entré al auto y Jace tocó bocina en señal de despedida. Puso música y empezamos el camino de vuelta a su casa.

Empecé a ver por la ventanilla. Estaba lloviendo. Amo cómo quedan las pequeñas gotas de agua en los vidrios. Es la única vez que te das cuenta de que hay hititas pequeñas a las que le cuesta bajar.

Saco la cabeza hacia afuera y dejo que el viento y la lluvia recorran mi rostro.

Me siento libre. Si hay algo que aprendí en el hospital, es a valorar todo lo que tengo. Nunca me había parado a agredecer que tengo una amiga. Será una, pero es la mejor que podría existir. Nunca me había parado a pensar que soy afortunada de tener un chico a mi lado. Pero me prometí una cosa. Una noche cuando estaba en mi cuarto, mirando la ventana, un anciano entró y se sentó a los pies de mi cama.

- Clary ¿no es así?
- Sí.
- Perdón por interrumpir tu noche, que debe de estar siendo muy aburrida como la mía.
- No hay problema - le dije sonriendo.
- Prométeme que empezarás a valorar todo lo que tienes.
- Esto en serio es muy raro de parte de un desconocido total. Pero... lo hago.
- No, no lo haces.
- ¿Y por qué quieres que te prometa eso?
- Porque yo ya perdí algo que amaba y empecé a darme cuenta de cuánto valía en el momento en el que ya no estaba.
- De acuerdo, pero se podría saber de qué estás hablando.
- No es un qué es un quién. Mi hermana falleció cuando tú viniste al hospital. Como me recordabas mucho a ella, empecé a observarte de más cerca. Tu sonrisa es igual a la suya. Es como si ella se hubiera metido en tu cuerpo. - dijo yéndose.
- Espera. Lamento tu pérdida, y respecto a lo otro, te lo prometo.

Sonrió y salió de la habitación.

Pero ahora estaba al lado de Jace. Sin cumplir mi promesa. Me volteo y me quedo mirándolo.

- Gracias - le digo.
- ¿Por qué?
- Por todo. Por aparecer en mi vida, por acompañarme, por apoyarme en el hospital, por enseñarme a calmar mis miedos antes de la audición. Ya no me acuerdo en todo lo que me ayudaste, así que es más fácil hacerlo general.

Me mira a los ojos y me besa la frente.

- ¿Por qué fue eso? - le pregunté.
- Porque es mi manera de agradecerte a ti.

Me sonrió y volvió a mirar hacia el camino.

Cuando llegamos nos sentamos en un escalón de afuera de su casa. Era la madrugada y no queríamos despertar a sus padres, así que nos quedamos un rato allí.

- Revisemos la lista resumida - dijo levantándose - tengo una novia a la que siempre excluyen, le gusta el baile, acaba de hacer una audición para la academia más prostigiosa de artes en Nueva York, le pasó un auto por encima y todavía sigue de pie. GUAU.

Sonreí.

- Chica guerrera.
- ¿Eh? - Murmuré volteando hacia él.
- Eres una chica guerrera.
- Sabías que siempre dices cosas muy lindas. Aunque hay veces que muchas de esas no entiendo - le dije sonriendo.
- Yo solo digo lo que veo- dijo acomodándome un mechón que me rozaba la mejilla.

- Y... Mañana llegan las cartas.
- Sí - dijo apretando la mandíbula.
- Mira, no tenemos que alejarnos solo porque me vaya a mudar de aquí. Puedes venir a Nueva York conmigo.

Asintió con la cabeza, volviéndose a sentar pero mucho más serio. Tragué saliva lentamente.

Lo miré y en sus ojos vi nervios.

- ¿Qué pasa? - dije apoyando mis manos en sus hombros, susurrándole al oído.
- ¿No te das cuenta de lo que está pasando? Te vas a ir a Nueva York y yo me quedaré aquí. No hay nada con lo que podamos seguir juntos. No queda opción. Y esto no va a funcionar si estamos separados.
- Sí. Porque encontraremos de cualquier manera, la forma de poder seguir juntos.

Le di un beso en la frente y sonrió, pero después se puso totalmente serio.

- Ya basta Clary. Los dos sabemos que esto no va a funcionar a larga distancia. Tú en Nueva York y yo en Canadá.
- Espera ¿Canadá? ¿Cómo puede ser que sepas a dónde vas a ir, si no sabes a qué universidad irás?
- Dije eso porque sí lo sé. - me miró a los ojos - Creo que hay algo que tengo que decirte Clary.

Chica de PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora