2| "Playa".

1K 43 0
                                    

Día uno.

Me desperté a las ocho am esperando ver a Eider saltando en mi cama lo cual no fue así, estaba dormida a mi lado con su cabello desparramado por toda la almohada y un hilo de saliva salía de su boca que estaba un poco abierta.

Decidí ducharme antes de que ella se despertará para así bajar al Buffet a desayunar.

Después de mi ducha la despertaria para que ella tomará una.

Mis duchas regularmente duran cinco minutos, antes de Eider podian durar hasta 30 minutos pero ahora tengo que cuidar a una niña y no puedo dejarla sola tanto tiempo, después de ducharme me vestí. (Multimedia)

Al salir del baño me encontré a Eider tallando sus ojos, se acababa de despertar.

—Buenos días, bebé. —bese su frente y me senté en la silla de a lado para ponerme mis sandalias.

—Buenos días, mami. —bostezo.

Le indique a Eider que se diera una ducha y ella obedeció, diez minutos después salió del baño con su vestido favorito y unas sandalias rosa pastel, dejé su cabello suelto al igual que el mío.

Bajamos a desayunar, la comida estaba exquisita.

Ambas comimos waffles y un vaso de chocolatada pero en mi caso jugó de naranja.

Todos los empleados del hotel se notaban inquietos, al momento de que una  empleada se dirigió a nosotros para retirar nuestros platos ya vacios no me aguante las ganas de preguntar.

—¿Esta todo bien? —Ella asintió levemente. —Parecen inquietos.

—Si si, no se preocupe, lo que sucede es que el dueño de hotel está aquí y es muy estricto.

Ahora comprendía, jefe difícil.

—Oh, de acuerdo, la comida estuvo exquisita, que tenga buen día. —Le agradecí a la mujer de no más cuarenta años.

—Igualmente, querida.  —me sonrió.

Nos dirigimos a la playa, nos sentamos en la arena viendo el océano, Eider jugaba con una pelota y Bees en la arena.

—Eider, cuidado con las personas. —Le advertí. —No las vayas a golpear, cariño.

Contesté unos mensajes a Jules, mi mejor amiga quien preguntaba sobre el viaje y nuestro bienestar, bloquee mi celular para regresarlo a mi bolso.

Busqué a Eider con la mirada pero no la podía encontrar, mi corazón comenzó a palpitar rápidamente me levanté de la arena y comencé a caminar por la playa desesperada.

—¡Eider! —Grité por quinta vez, mis lágrimas comenzaban a caer. —Disculpe, ¿ha visto a una niña rubia con una pelota y un oso?

Rezaba para que esa persona me dijera que si pero todos negaban, comencé a llorar.

¡Sólo me descuide un segundo!

A lo lejos visualice a Bees, estaba tirado en el suelo... ella nunca deja a Bees, si lo olvida pero siempre vuelve por el.

Unos quince metros más haya visualice a los mismos hombres que estaban de traje ayer en el elevador, ahora todos rodeaban a alguien.

—¿Qué edad tienes, cariño? —tomó un trozo de cabello dorado entre sus dedos cariñosamente.

—Tengo cuatro años. —sollozo la niña ojimiel. —me llamo Eider Cowell.

—Que bonito nombre, te prometo que encontraremos a tu mami.

En ese momento no se de donde saqué fuerza para apartar a todos esos chicos uniformados, Eider al verme corrió y me abrazó.

—¡Mami! —chillo la niña en mi hombro.

—¡Mi bebé, ¿donde fuiste?! —acaricie su cabello lentamente dándole la espalda a esos hombres, podía sentir la mirada de cada uno de ellos.

—Corrí por la pelota luego perdi a Bees. —me separe de ella, acune su cara con mis manos.

—Mi amor no sabes lo que sentí cuando no te vi, enloqueci por favor no vuelvas a hacer eso. —tome a Bees del piso y lo puse lentamente en sus brazos, ella sonrió limpiandose las lágrimas. —si mami no ubiera podido encontrarte se pondría muy triste, promete que no lo harás de nuevo ¿Si?

—Lo prometo, mami. —un carraspeo hizo recordar que alguien la habia ayudado, pero que grosera soy tengo que ag... no no no no y no, esto no puede ser posible.

—Cassandra, es un gusto volver a verte. —su sonrisa egocéntrica seguía ahí.

Me levante lentamente de la arena y me voltee hacia Justin, seguía igual que hacia seis años, sólo que se veía más maduro ahora. —¿Justin, eres tu? —murmure.

—¿Te oscureciste el cabello? —me contesto con otra pregunta. —seis años sin verte, ¿cierto?

Su vista se dirigió a Eider quien abrazaba a Bees.

—Y esta preciosa niña, ¿es tu hija? —volvió a preguntar al ver que no me salían las palabras. —¿qué paso con su padre? —Insistió.

—N—nosotros tenemos que—que irnos. —tome a Eider de la mano y me fui caminando hacia el hotel.

Sentía sus pasos detrás de mi, al entrar al hotel soltó una carcajada.

—¿Te hospedas aquí? —pregunté derrotada al ver que ponía su tarjeta para acceder al elevador.

—Querida, este es mi hotel.

Eider.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora