Un reencuentro nada planeado entre Cassandra Cowell y Justin Bieber después de casi seis años sin verse cara a cara, hasta que el destino les juega una mala pasada.
《Mi mami tiene una fotografía donde usted aparece.》
《Tengo cinco años y mi nombre e...
Alise mi vestido por octava ocasión en menos de cinco minutos, mis manos sudaban y mi corazón latia a mil por hora, faltaban tres minutos para las doce del medio día, la hora en la que Justin acordó pasar por nosotras.
Termine de poner torpemente los zapatos de Eider y revise su peinado por tercera vez, se veía linda.
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Fui al espejo a verme una vez que deje a Eider en el sofá con Bees, me encontraba tan nerviosa que había olvidado ponerme labial, opté por uno oscuro y cuando recién termine de colorcarmelo escuché a Eider chillar, Justin había llegado.
—¡Justin esta aquí! —grito Jules.
Cuando salí y observé su lindo atuendo casi me caigo, Jules se veía realmente bien.
Ella mi sonrio abiertamente. —¡Te ves muy bien, Cass!
—También te ves muy bien. —sonreí a medias.
El nerviosismo no me dejaba tranquila, quería ver a mi familia cuanto antes.
Cuando llegué al livin' Justin tenía a Eider en sus brazos mientras le susurraba algo y esta reia, carraspee para que se notara mi presencia y ambos voltearon, no pude describir la cara de Justin.
Este bajo a Eider de sus brazos y la depósito en el piso quien al momento se fue a mi lado.
—¿Tan mal me veo? —mire todo mi atuendo sin entender y el negó.
—¡Te ves preciosa, Cassandra! —Eider tocó mi brazalete y sonrió.
—Mami, eres la más bonita. —acaricie su cabello agradeciendole.
—Gracias a ambos. —dije tímida.
—¡La boda comienza en media hora, es tiempo de irnos! —aviso Jules saliendo de la casa antes que nosotros.
—Voy a estar contigo y en el momento que quieras irte sólo dímelo. —asenti saliendo de la casa.
Hunter se encontraba manejando y Angelo de co-piloto, Eider estaba entretendia escuchando el sound track de Disney mientras yo estaba muriendo de nervios.
—La ceremonia ya comenzó, podrás hablar con ellos después, solo dura cuarenta minutos.
La Iglesia era la misma en la que Justin y yo nos hubiéramos casado años atrás, estaba decorada distinta, color pastel y un camino de flores que conducía al interior de la Iglesia.
Me traía tantos recuerdos, lo que hubiera pasado si Justin y yo nos hubieramos casado, cosa que ni sucedió.
Bajamos de la limusina, tome la mano de Eider y caminamos dentro donde la puerta permanecía cerrada.
El hombre que se encontraba ahí... pude reconocerlo, el guardaespaldas de papá.
