Había una vez...

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Hace mucho tiempo, en una pequeña choza ya algo vieja, llamada por ellos "guarida", es donde este par de enamorados pasaban a escondidas esas tardes, como en ese momento, un poco mojados por la sorpresiva lluvia, pillandolos en medio de su escape y dándole un poco mas de emoción a tal furtivo encuentro.

Esa tarde entre ambos algo ya era distinto, ambos de familias poderosas e influyentes, en contra de su relación, decidieron unirse de manera simbólica y esa misma noche consumaron su amor, después de tanto tiempo juntos y respetando los deseos de ella, el por amor lo hizo.

De ese acto de amor tan importante era mas que obvio que la hermosa joven quedase embarazada, él al saber fue el hombre mas feliz del mundo, de su mundo y lucho por que la familia de ella lo aceptara como su esposo.

Fue complicado pero no imposible al darse cuenta de lo inusual que era que personas como ellos se enamoran y lucharan tanto por ellos, al fin ya casados y el nacimiento del fruto del amor, al fin los vieron como lo que eran.

Un pequeño y delicado bebé varón nació llevando en el la sangre mas fuerte y pura. La pequeña pero fuerte familia era muy feliz con un varón, al paso del tiempo si, algo perturbaba a la madre, en la familia ya había otros descendientes que a la edad de su hijo a diferencias de el ya eran fuertes y crecían con rapidez y fortaleza,  su madre siempre lo protegía de los demás, evitando exponerlo lo mas que podía haciendo de el casi alguien inexistente para el resto del mundo.

Pero aun así el encuentro de estos pequeños en plena primavera fue inevitable, el pequeño tenia clases con su tutor 5 días a la semana con materias un poco avanzadas par su edad, pero como era de esperance el ya sabia toda la historia que hoy su profesor le enseñaría y no tenia ganas de desperdiciar tan hermoso día sentado y solo con poder apreciar la belleza de afuera por la ventana,  fingió un dolor de estomago y fiebre con unas cascaras de plátano que coloco a sus pies, dando su plan en éxito, se escabullo con cautela por la cocina y saliendo por la puerta sin que su nana lo pillase, pero la viejecita ya sabia de su plan por haber.

Y así salio por el bosque que quedaba detrás de su gran casa de entonces, el camino se lo sabia de memoria y quería llegar lo antes posible a su "escondite secreto" pero detuvo su apurada marcha cuando encontró a alguien mas que estaba sentado tirando piedras al arrollo de seguro para molestar a los pececitos.

Se molesto mucho y aunque era consciente  de que era débil y sin mucha valentía, se armo de coraje y apuro el paso haciendo que el otro se diese cuenta de que estaba ahí, y lo miró con unos ojos expectantes y claros, el pequeño apaciguo su molestia un poco por el miedo que le entro al verle mirarle así, tenia lagrimas en sus ojos y alrededor de ellos enrojecidos, parecía que lloró reciente, el otro joven se puso de pie al verle ahí inmóvil  con 8 años era mas grande físicamente que el que tenia 9, para romper ese silencio el le sonrió tan claro como nadie le había sonreído, era tan sincero a pesar de que estuviese triste, lo que concluyo por sus ojos húmedos.

Nuestro chico mas bajito se acerco un poco temeroso tocándole la mejilla sin vergüenza, esto le dio impresión al chico mas joven y alto que lo miro un poco sorprendido, pudo percibir un delicado aroma que provenía del joven, que se le gravo a fuego en la memoria, el mas bajito  de los dos le tomo una mano y lo guió hasta el arrollo donde tenia unas barquitas de papel escondidas, selladas con alguna especie de barniz especial que hacia que no se hundiesen.

Pasaron la tarde así jugando, hasta que llamaron por el mas pequeño, se paro y corrió, deteniéndose así antes para voltearse y correr donde estaba el muchacho sentado, se hincó a la altura de el y le propino un beso pequeño en la comisura de los labios diciéndole: "...mamá me lo da cada vez que estoy triste, dice que las penas pasan así..."

El chico si que no paraba de sorprenderse por ese pequeño que parecía se de su edad o más pequeño (aunque no lo era).  

Y fue ahí cuando lo decidió, el seria su esposa cuando el fuese mayor, lo quería para el, ya no hace falta decir que era muy mimado, pero el joven de tan solo ocho ya sabia lo que quería, así tal cual y se fue a casa muy feliz.

La primavera acababa y empezaba el caluroso verano y los chicos cada vez que podían jugaban a la orilla del arrollo, pasaron el verano juntos casi todos los días juntos algunas veces uno esperaba por el otro y viceversa con las ansias de seguir jugando, nunca habían preguntado por los nombres del otro, solo jugaban tardes enteras.

verano estaba por terminarse y el mas pequeño llego triste y casi llorando a su escondite secreto, el otro joven ya estaba ahí esperando por el y se sorprendió al ver que su sonriente compañero tuviese la mirada apagada y húmeda, el mas pequeño corrió detrás del árbol para que el otro no lo viese, pero el mas alto fue a verlo y le tomo la mano dándole una flores silvestres el triste pequeño gemía sobándose los ojos parando de llorar al recibir las flores, aun así salían unas cuantas lagrimas, las cuales fueron secadas con besitos por parte del otro, el joven le lleno de besos mientras que le provocaban cosquillas y reía dulcemente. Lo miro y no pudo evitar darle un inocente beso en los labios, un solo roce, que hizo soltar el pequeño racimo de flores, se avergonzó y el pequeño se sonrojó de forma furiosa, ese beso no era como los que daba mamá.

Fué su ultimo encuentro en ese verano,  el joven que en ese entonces tenía 8 ahora es un fuerte e inteligente hombre de 22 años; despierta cada cierto tiempo con nostalgia,  recordando esos buenos días,  siempre quiso saber del otro niño o niña, él no lo sabía muy bien,  pero aún así  fué su primer amor.

 Ω∑εの∂verseツ~ Jainicø&Ędnaikø Donde viven las historias. Descúbrelo ahora