06. El juicio del Capitán Ramius (I)

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Tras la puerta nos esperaba una habitación tan impresionante que no habría adivinado su función como despacho de un director de no ser porque me lo habían dicho.

Al igual que la sala del globo terráqueo, esta habitación también era de corte circular, aunque menos espaciosa e iluminada por doquier con luz natural. Eso no quiere decir que fuese pequeña, pues las columnas de corte clásico que se alzaban hacia el techo lo sustentaban a varios metros sobre nuestras cabezas. Desde allí, en lo alto, surgían múltiples cenefas de resplandor azulado variable que descendían por las paredes quebrándose aquí y allá trazando formas que recordaban vagamente a chips electrónicos.

Cómo no, hasta el mobiliario estaba también fabricado en aquel omnipresente cristal más o menos transparente. Lo único que no atravesaba la luz era la armada de libros colocados por doquier. Y, puede dar la impresión de que usar la palabra "armada" para describir una cantidad inmensa de libros es algo rebuscado pero es que, aunque muchos tenían tamaños diferentes, descansaban sobre estanterías adaptadas a la poco habitual planta de la habitación o en cualquier otro sitio, todos estaban tan meticulosamente colocados que resultaba imposible tachar aquello de desorden. Daba la impresión de que cada elemento a la vista había sido creado para ocupar aquel lugar en concreto.

Presidiéndolo todo estaba un escritorio tan opaco como la puerta cerrada a nuestras espaldas, de grandes dimensiones, aspecto tan regio como intrincado y tras el que esperaba sentado un hombre de avanzada edad.

Si tuviese que compararlo con alguien para ofrecer una imagen mental rápida, diría que aquel anciano se daba un aire a Sean Connery en su interpretación de Marko Ramius, capitán del Octubre Rojo. Tanto su cabello peinado hacia atrás, como su barba densa y metódicamente recortada lucían el blanco de aquellos que habían vivido muchos inviernos. No obstante, su rostro adusto poblado de arrugas no contaba la historia de alguien que vivía sus últimos esperando a apagarse, sino la de a quien el tiempo y la experiencia concedían fuerza.

Lo que sí diferenciaba su aspecto del de dicho Sir escocés eran su penetrantes ojos dorados y la impresionante túnica blanca impoluta que vestía, muy parecida a la de algún Papa católico (en este caso, sin el ridículo sombrero de por medio). 

Incluso para mí, aquel individuo destilaba autoridad por cada poro de su piel, hasta el punto de replantearme mi propia apariencia a la hora de presentarme ante él (algo no muy habitual): Tenía la ropa manchada y desgarrada, las botas embarradas, el pelo completamente despeinado y la mezcla de desconcierto constante, adrenalina, heridas y moratones amenazaban con hacerme hiperventilar en cualquier momento... Pero bueno, daños al margen, mi atuendo no distaba demasiado a lo que solía llevar o de lo que habría llevado aunque me tuviese que presentar ante el mismísimo presidente de los Estados Unidos.

—¿Señorita Long, señor Redfang, me traen una invitada? —Habló con voz calmada— No recuerdo estar esperando visita alguna.

Su tono amable relajó la tensión que atenazaba mis hombros. En cambio, no pareció afectar de igual forma a la pareja de secuestradores, quienes se apuraron en atropellarse el uno al otro para tomar la palabra:

—¡Ha sido inevitable! — Comenzó Drake— ¡Incluso podríamos decir que ha sido el Destino! Estaba dando una vuelta por la Sala de los Mundos por casualidad, cuando-.

—¡Ni se te ocurra irle al director Weissman con tus patrañas! —Se sobrepuso Schwarz— Aquí lo único que importa es-.

—¿De qué patrañas hablas estricta paranoica? Iba a decir que vi aparecer un portal irregular que-.

—¿¡U-un portal irregular!? Ya te he dicho-.

Era como ver pelearse a dos loros rabiosos... hasta que ambos cerraron el pico de golpe. Y quizá esta vez "cerrar" sí sea una palabra poco apropiada para describir lo ocurrido pues, donde antes estaban sus bocas alguien había realizado una cirugía reconstructiva a la velocidad del pensamiento, eliminando por completo cualquier rastro de ellas.

Dragon Mate ¡YA A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora