35. La víctima colateral (II)

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—No puedo —trató de resistirse— Marina llegará de un momento a otro y si nos ve hablando...

Al contrario que otros alumnos del Palacio Cristalino, gobernantes en potencia procedentes de hogares donde les habían enseñado a apuntalar su voluntad, no había ni rastro de eso en los continuos gestos huidizos de Tessa. Aunque no era algo malo persé, esa personalidad apocada de la dragona era la que permitía a los demás agarrarla por el cuello con mayor facilidad (metafóricamente hablando) y yo sabía que con sólo apretar un poco más cedería.

—Canta rápido o mi curiosidad quedará insatisfecha y tendré que preguntarle a quien tú ya sabes.

No me hacía demasiada gracia soltar frases tan trilladas como aquella, pero tiempos desesperados requerían medidas desesperadas.

—Está bien, está bien —terminó por ceder casi al borde de la lágrima—, pero no se lo digas a Drake... —dudó hasta verme acordar mi silencio con una leve inclinación de cabeza— lo hice por él.

A tan confusa afirmación la sucedió un entrecortado relato lleno de lloriqueos, titubeos e insistentes súplicas para que guardase el secreto; todo demasiado irritante de reproducir... En serio, cuanto más hablaba más comprendía que la culpa de haber metido la pata en trampa ajena había sido suya por completo.

En resumidas cuentas, la situación actual de la desdichada miembro de los Drachenblut se debía a lo siguiente:

Tessa había pasado gran parte de su infancia junto a Drake en los dominios de la Corona Roja, llegando a desarrollarse entre ellos la confianza e intimidad suficientes para que ella conociese un secreto muy delicado del dragón. Pese a pasar bastante por encima del asunto para evitar desvelármelo a mí también, no me costó deducir que se refería a su hidrofobia.

Llegado el momento, el príncipe de los dragones rojos se había matriculado en el Palacio Cristalino buscando prepararse de cara a su futura ascensión al trono y ella lo había seguido disponiendo de su propia plaza. Sin embargo, Tessa había notado la impaciencia y la búsqueda de resultados inmediatos creciendo en el interior de su amigo hasta convertirse en desencanto con la institución y, para paliarlo, se le había ocurrido alegrarle la estancia investigando una forma de superar su miedo al agua.

Encontrar algo así le pareció cuestión de tiempo dada la cantidad ilimitada de conocimientos allí disponibles. Desafortunadamente, en un descuido por su parte, la dragona expuso dicha fobia a los oídos interesados de Marina, quien ya por aquel entonces no se llevaba demasiado bien con Drake.

Al tratarse de algo tan delicado, Tessa tuvo la brillante ocurrencia de implorarle a la Reina de las Sardinas que no divulgara su descubrimiento y, para su sorpresa, ella aceptó. No lo hizo gratis, claro, sino a cambio de un juramento de almas con la intermediación de Luke en el que Tessa juraba lealtad a la heredera de Poseidón a cambio de no contarle a nadie la debilidad del dragón.

Sobra decir que la pobre infeliz picó el anzuelo sin pensarlo dos veces y desde entonces estaba atada a la voluntad de la semidiosa, quien parecía tener un especial interés en emplear su aclimatación para convertirla en un dragón acuático.

Una historia bastante ilustrativa, todo sea dicho. Desde luego, daba que pensar.

Para empezar, dejaba claro que Marina no sólo había empleado el juramento de almas con el objetivo de conseguir la servidumbre de Tessa, sino también que había sido lo suficientemente inteligente para formular sus palabras de tal forma que dejasen hueco a seguir explotando su recién descubierta ventaja sobre Drake como había hecho junto al lago.

Por supuesto, ignorante de ese matiz, Tessa se alisaba los volantes de su falda haciendo todo lo posible por evitar mirarme a los ojos.

—¿Lo entiendes ahora? —sollozó al terminar— No podía hacer otra cosa. No quiero que Drake me odie por contarle su secreto a Marina... Por favor, ¿puedes marcharte antes de que llegue y no decirle nada a nadie?

Ni de broma. Que yo abriera la boca era el menor de sus problemas desde mi punto de vista, pues su comportamiento había despertado una inesperada mosca detrás de mi oreja:

—A ti te gusta Drake, ¿no?

Si alguien buscase la imagen perfecta para ilustrar la palabra "Sorpresa" en el diccionario, no habría tenido más que fotografiar la cara de la dragona humanoide al escuchar mi afirmación:

—¿¡T-t-tan evidente es!? —Susurró inclinándose hacia mí sobre la mesa para no hablar más alto de lo debido.

¿Evidente? Pensándolo bien, lo había sido desde el primer momento. No obstante, tenía una razón de peso para haber estado pasando por alto dicha posibilidad con antelación:

—¿Es una de esas famosas improntas de las que tanto he oído hablar? —Me hice la ajena al tema.

En realidad, ni se imaginaba cuánto había oído hablar del asunto. Muchísimo más de lo que me habría gustado. Por eso había leído sus sentimientos de forma errónea pese a haberla visto lanzar señales a diestra y siniestra: Porque, según tenía entendido, la impronta de un dragón era única y se suponía que quien estaba atrapada en la de Drake era yo.

—Por supuesto —aseguró, siendo eso lo único en que la había visto mostrar absoluta seguridad jamás—. Aunque la característica particular de mi familia sea la de imprimarnos con miembros de la realeza cuyo vínculo se haya roto, eso no es algo que suceda todos los días. También podemos hacerlo por nuestra cuenta; si no, nos extinguiríamos tarde o temprano.

Si bien lo que decía tenía sentido, contradecía por completo las afirmaciones insistentes de la pieza más molesta de aquel puzzle:

—¿Y qué opina Drake de eso? ¿No es la impronta algo bilateral cuando une a dos dragones?

En esta ocasión, pronunciar su nombre fue como meter a la chica sentada ante mí en la olla express más rápida del mundo pues, aunque su pigmentación cambiante se mantuvo igual, le faltó poco para ponerse a hervir:

—¿Drake? —se escandalizó— Nunca hablamos del tema, ¿sabes lo que vendría después?, ¡Tendríamos que hacer esas cosas!, ¡y todo aquello!, ¿sabes?

Casi me parto de risa imaginando qué la preocupaba siendo ella una persona que se pasaba la vida hablando de temas románticos:

—Esto... —traté de comportarme y tratar el tema con toda la seriedad posible— No soy ninguna experta en dragones, ¿pero no debería haberos dado alguien una charla sobre el tema o algo?

—¿Una charla? —se extrañó, cada vez más incapaz de mantener el contacto visual— Sólo he hablado del tema con mi hermano y la heredera de los Long. Mi hermano dice que Drake abrirá los ojos a sus sentimientos tarde o temprano y Schwarz afirma que la impronta es un asunto más complejo de lo que muchos piensan.

No me refería a eso. De todas formas, me habría gustado conocer también la opinión de cierto directorzucho de barba impoluta a quien iba a hacerle escupir hasta las entrañas en cuanto todo eso acabase. Ahora mismo tenía algo gordo entre manos: Contaba con que Tessa fuera un peón sacrificable en mi partida contra Marina, no obstante, aquello la dotaba de una importancia inesperada, ¡tal vez hasta podría convertirla en una reina para dar el jaque mate definitivo!

—Ahora mismo te estarás riendo de mí por dentro, ¿verdad? —cortó mi hilo de pensamientos.

—Sí —mentí a medias—. Me río porque los dos se equivocan: Drake es demasiado simple para apreciar un sentimiento oculto, ya sea fuerte o débil. Ignoro cómo demonios sentís los dragones, pero si actúas a sus espaldas y no le tiras el asunto a la cara, ese Romeo escupefuegos pasará de ti.

La estática de un teléfono moviéndose de forma apresurada resonó en el auricular de mi oído, que hasta entonces sólo había arrojado cuchicheos impacientes entre Georg y el dragón en cuestión.

—La tonta está en el bote —habló Drake a través del aparato en una clave acordada con anterioridad.

«No sabes de qué manera» Pensé, agradeciendo no haber transmitido de vuelta mi conversación con su "amiga".

Ya no había tiempo de más preparativos, todas las cartas estaban repartidas y Marina acababa de llegar al escenario para decidir el resultado. Habría que hilar muy fino para que todo saliese bien.

—No te preocupes, voy a echarte un cable con tu problema —le aseguré a Tessa—. Sólo tienes que seguirme el juego.

Dragon Mate ¡YA A LA VENTA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora