El diario de una chica invisible

Capítulo #91

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ROSS'S POV | CAPÍTULO #91

Cuando Nelly y Ally me dijeron que querian ir a Fantastics les dije de inmediato que las encontraría allí.
Queria verlo después de el colegio y darle una sorpresa. Aunque se suponía que hoy no nos veríamos, pero no podia esperar más.

Las clases terminaron, y cuando el auto de Jace se fue del estacionamiento, sonreí y me acerque al auto de él para luego esperar a que él saliera del colegio.
No pasaron ni dos minutos cuando él salió hablando con Seth y otros dos chicos de los cuales desconozco el nombre.

Vi como se despidieron con el tipico saludo de "chicos" entonces, cuando noté que él se acercaba a su auto me oculté un poco para que no me notara aún.

Se veía un poco desanimado, así había estado comportándose últimamente...creía saber la razón.

—¿Me haz extrañado?—le pregunte de repente saliendo de mi escondite improvisado.

Cuando escuchó mi voz él dejo la mano con la que iba a abrir la puera del auto en el aire como en shock.
Se giro lentamente como creyendo que era una ilusión y temiera que yo desapareciera.

—Ross...¿Que haces aqui? Se suponia que hoy...—comenzó a balbucear pero no lo deje terminar dándole un pequeño beso en los labios.

—Te queria ver, eso no tiene nada de malo.—dije simple encogiéndome de hombros con una sonrisa en mi rostro.

Él me devolvió la sonrisa y paso su brazo izquierdo por mis hombros, luego me guió hasta su auto y ahí, como siempre me abrió la puerta del copiloto y sonriente entre esperando a que él entre también.

Unos minutos después nos encontrábamos camino a Fantastics mientras yo cantaba a todo pulmón Girls talk boys de 5 Seconds of Summer y él se reía de lo desafinada que me escuchaba.

—¡Espera!—grité antes de que llegáramos, haciendo que frene de golpe y que los dos nos impulsáramos para enfrente.

Me miro alarmado—¿Que sucede?—paso una mano por su cabello en sino de preocupación.

—Eh...—mire mis manos incomoda—...no puedes ir a dejarme, aún no les he dicho...—dije en un susurro inaudible. Lamentablemente, lo escuchó.

Negó resignado—¿Aún no lo haz hecho Ross? No me gusta esto de "ser novios en secreto" me dijiste que les dirias en esta semana. Me encantaría poder caminar de la mano contigo sin tener que dar una explicación tonta, besarte donde quiera, y gritar a los cuatro vientos "¿Ven a esa hermosa castaña? ¡Es mi novia!" y no me dejas. No entiendo, Ross. ¿Por qué?—dijo pasandose muchas veces la mano por su cabello rubio que estaba igual de desordenado que siempre. Hacia eso cuando estaba nervioso.