Twenty six

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Me planteaba la idea de hablarte o ignorar haberte visto cuando volteaste, y luego de observarme unos cuantos segundos, quizás como un minuto, me llamaste.

Dude, pero igualmente terminé caminando hacia ti.

Cuando estuve lo suficientemente cerca me pediste el favor más extraño y loco que definitivamente no hubiese imaginado.

Querías sacar a la paciente que se encontraba en aquella habitación sin llamar la atención.

Mi trabajo era verificar que ninguna enfermera, específicamente la de cabello rojo recogido en una cebolla con cara de no-me-mires-ni-me-hables-porque-exploto-y-te-mato-en-el-acto, estuviese cerca a la hora de iniciar el trabajo. Tus palabras, no las mías.

Me aseguraste que no sería para nada malo cuando me mostré insegura de eso.

Y yo te creí.

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