Sixty five

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Me contaste cómo descubrieron tu madre y tú ese desgraciado cáncer.

Me contaste que antes, cuando eras niño, tu familia era feliz. Vivían con tu padre en una casa inmensa para tres personas porque él era millonario y siempre todo fue grande. Tu habitación, tus juguetes, la ropa cara, la escuela cara, tus amigos igual de ricos.

Pero dijiste que eran felices porque tu no sabías lo que pasaba. Eras solo un niño, y te entendí.

Parecías romperte, pero era más por el odio que no te dejaba hablar.

Tu padre maltrataba a tu mamá. Y ella lo ignoraba todo por ti, porque si se iba creía que no podría mantenerte y por nada del mundo querría dejarte.

Yo pensé que eso no era cierto, que ninguna mujer era tan débil como para tener que dejarse por un hombre solo por creer que no podría sola.

Ella podía, todas pueden, no se necesita a alguien del género masculino para demostrarlo.

Pero no dije nada, y tampoco la juzgué. Yo no era nadie enfrente de esa mujer que te dio la vida, esa que con el tiempo sí descubrió qué tan fuerte era, que descubrió que podía ser alguien tan grande.

Tú seguiste hablando.

Un Último Recuerdo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora