Seventy

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Te pregunté por qué, aunque me hubieses visto un par veces, habías actuado como si fuese una niña pequeña que conocías de toda la vida que debías obligatoriamente proteger. Tu respondiste:

— Porque para mí lo eras de alguna forma, aún lo eres. Eres una pequeña niña con alma de guerrera que merece ser protegida siempre que lo requiera. Porque yo hubiese amado que mi madre hubiese tenido antes a alguien que en vez de maltratarla la defendiera y la ayudara. Porque ahora siento que en vez de necesitarme tú a mí, yo te necesito a ti. Porque necesito seguir estando contigo y seguir conociendote. Porque te quiero. Porque por alguna razón nuestros rumbos se cruzaron y quiero aprovecharlo hasta que descubramos que nuestros finales serán por caminos distintos. Porque estoy descubriendo que te amo. ¿No sientes lo mismo, Giselle? ¿No sientes que podemos ser grandes juntos? ¿Que somos el complemento del otro? ¿No ves que te quiero, y aunque nos falte más por conocer, estamos excelente juntos? ... Peleemos y pensemos diferentes, me gustas y quiero estar contigo hasta que decidamos no estar más juntos.

Como sabías, las goticas saladas acumuladas en mis ojos no habían esperado ni a que te terminaras de hablar. Rodaron y rodaron.

Pero era felicidad.

Y asentí, y te besé, y sonreímos, y nos miramos a los ojos.

Miel y océano.

— Te amo mucho, Stephan.

— Te amo más, Giselle.

Un Último Recuerdo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora