Ese día, entre nuestros dolorosos recuerdos, me contaste una última cosa.
Me confesaste que me habías visto desde hace mucho, que siempre que estuviste en el hospital me habías notado y te había interesado.
Que nuestro encuentro en aquella noche en la fiesta fue una total casualidad, pero que lo harías una y mil veces más porque, a pesar de no conocernos completamente, decías que valía uno y mil golpes. Ademas de que nadie merecía jamás lo que ese idiota intento hacerme, mucho menos yo.
Decías que era fuerte, que era increíble, y que merecía ser feliz.
También dijiste que querías hacerme feliz.
Yo no sabía que podía amarte más de lo que lo hacía, aunque no te lo había confesado nunca, ni siquiera yo conocía amarte tanto, pero sí.
Sí que lo hice.
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Un Último Recuerdo
Short StoryTodo fue tan rápido e intenso que algunas veces un lado de mi mente se preguntó si eso pasó en verdad. En cambio, el otro lado repitió con intensidad aquel dicho que un día alguien dijo sabiamente: Lo que rápido y fácil viene rápido y fá...