Fifty two

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Me hiciste olvidar levemente lo que me pasaba, con tu constante parloteo, tu atención, y el par de veces que colocaste una de tus manos encima de las mías que descansaban a los lados de la taza que me habías pedido.

Hacías que una extraña explosión apareciera en mi estomago y mi pecho hormigueara. Creo que mis mejillas también sufrían las consecuencias.

Siempre junto a ti mi cara ardía.

Me pregunté esa vez dónde había quedado el chico callado y que me ignoraba esa noche que estuvimos en el apartamento con tus amigos.

Parecías otro.

Eras otro.

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