Thirty

35 10 3
                                    

No sé si fue casualidad, pero fuimos al lugar favorito de quién supe luego que era tu madre, y a la vez el que era el mío. Sin planearlo mucho, se los hice saber.

Ambos me sonrieron.

Habíamos llegado a la playa.

Tú llevabas a tu madre con cuidado en la silla de ruedas y yo ayudaba llevando algunas mantas y unas bolsas llenas de refrigerios.

Se sentía extraño estar contigo y tu madre allí, ¿sabías?

Se sentía una salida muy íntima para dos personas que a penas se conocían.

Pero no me arrepentí de observar como tratabas a tu madre. Con tanta dulzura y cariño. Te asegurabas de arroparla bien y de que si tuviese ganas así fuera de agua lo obtuviese.

Le dabas besos en la frente y hablaban de todo un poco.

Tu madre se veía tan cariñosa y linda. Y tú te veías igual a su lado. A pesar de que ella se notaba cansada, ambos soltaban una extraña chispa de alegría que hasta el más ciego y negativo notaría de lejos.

Me empecé a preguntar qué era lo que ella tendría.

Un Último Recuerdo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora