La verdad los escaparates de las tiendas de aquella calle me llamaban mucho la atención. Decidí seguir por otra callejuela, tenía que elegir: una calle llena de bares y con mucha gente u otra muy oscura con varias personas de pie.
Di la vuelta. No me llamaba ningún sitio, la verdad. No sé por qué razón decidí girar la cabeza, pero vi que los chicos que estaban en el callejón me perseguían. En vez de entrar en pánico tan sólo decidí darle un poco de caña al long sutilmente, para que no se dieran cuenta.
Volví a girar la cabeza para ver si estaban cuando de repente choqué contra algo, no sabía qué era, o mejor dicho, quién era. Desde el suelo se veía diferente, pero parecía uno de los chicos que estaba en el callejón. No me lo pensé ni un momento. Me levanté y corrí con mi long lo más rápido que pude.
Me giré por tercera vez para ver si seguía, esta vez había dos persiguiendome. Sólo podía pensar:
Corre
Corre más rápido
Vuela.
Cuando pasaba la gente se me quedaba mirando, pero eso no me importaba. Tan sólo quería llegar al hotel, recogerlo todo y meter mis maletas en el coche para poder proseguir mi ruta e irme a mi próxima parada.
Tras unos 15 minutos agónicos corriendo con el long llegué al hotel. Junto a un largo suspiro entré en el ascensor. Había un chico de 20 años con un bate. Espera. ¿Qué hacía con es...?
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DAKOTA
MaceraUna adolescente ideal, saca buenas notas, hace deporte, toca el violín. La hija perfecta. Todo estaba genial hasta que por un indestacable motivo de los muchos que se llevaban acumulando durante años decide romper su rutina. Irse. Nada volverá a ser...