Prólogo

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23 de mayo del 2012

Aeron

Está ahí, junto a mí.

La observo dormir boca abajo con solo la sabana tapándole la parte baja de la espalda grabándome cada curva de ella.

Todo en ella es perfección.

Le doy un beso en la frente mientras voy a pararme cuando oigo su voz somnolienta:

— ¿Te dijeron que es malo espiar mientras duermen? —Se burla, a pesar de su voz ronca por el sueño expresa diversión en sus ojos.

No puedo dejar de repetirme lo perfecta que es.

—Eres tan bella que no pareces real —Digo sinceramente, mientras le acarició su mejilla. Parpadea varias veces y la observo sonrojarse.

Sonrío de medio lado.

—Justo ahí se forma un hoyuelo cuando sonríes así —señala mi mejilla y aprovecha para montarse a horcajadas sobre mí.

Vuelvo a sonreír.

Pongo mis manos en su cintura y la traigo más hacia mí.

—Eres tan jodidamente perfecto —Esboza. Yo sonrió.

—No lo soy —Contradigo mientras la atraigo mucho más, siento como se mueve al sentir sus senos más pegados a mi pecho.

Ella resopla resignada.

—Para mí lo eres. La observo por última vez y mi mirada se dirige hacia sus carnosos labios. Levanto la mirada y me observa con ojos juguetones.

Se pone a centímetros de mis labios y susurra: —Anda, bésame.

Eso último es suficiente para que no pueda más. Y la beso, la beso como si a través de eso pueda notar todo lo que siento por ella, con desesperación. Ella suelta un jadeo mientras yo recorro con mis manos su cuerpo mientras la pongo debajo, antes de sucumbir a todo deseo.

Al rato con nuestros cuerpos sudorosos pego su frente a la mía, trata de controlar su respiración para decirme algo: —Te amo.

—Y yo a ti, pequeña. Más que nada en el mundo.

Ella me sonríe mientras pasa sus manos por mi cabello y frunce el ceño.

—No es por nada, no digo que no me juste tenerte así, pero hombre, pesas.

Río mientras me acuesto boca arriba a su lado. Se enrolla una sábana en el cuerpo y separa de un brinco de la cama.

Frunzo el ceño y luego me río. Al oírme se voltea indignada. Y me vuelvo a reír.

— ¿Qué rayos te pasa? —Le oigo decir bruscamente.

Ahogo una risa, su maldito carácter siempre me ha vuelto loco.

—Bueno, amor —Me paro de un brinco de la cama sin importarme mi desnudez—. No tienes por qué esconderte, ya te he visto desnuda. Y eres exquisita.

Ella se sonroja y luego frunce el ceño.

—Eres un pervertido.

Me vuelvo a reír y la veo irse corriendo al baño y luego cerrar la puerta.

Ladeo la cabeza con una sonrisa mientras recojo ropa y me voy al otro baño a bañarme. Luego de vestirme voy al sofá y me siento a ver televisión.

La veo llegar del cuarto con el cabello mojado y su teléfono en la mano, se sienta en posición de indio. Parece preocupada.

—Ella volvió a hacerlo. —Suelta sin yo tener que preguntar.

La oigo suspirar con decepción. Joder, no me gusta verla así.

Me acerco rápidamente a ella y la abrazo, oigo sollozos y siento que algo de resquebraja en mi interior.

Me separo lentamente y tomo su cara con mis manos, dejó un beso en su frente y digo: —Oye, no me gusta verte a llorar.

—Ella... —Escucho hipos en su voz y trato de hacerla calmar mostrándole señales de respiración—. No quiere hacerlo y yo no sé qué hacer. Voy a llegar a un punto de no poder más y no voy a poder sola.

Se le escapa un sollozo e incapaz de escuchar eso le quitó el collar que carga en su cuello.

Me mira extrañada.

— ¿Qué haces?

No respondo, y le doy la vuelta al collar.

Tomo aire.

— ¿Qué es lo que dice aquí, pequeña? —Miro las iniciales de nuestros nombres que mande a grabar en su collar–. Joder, te amo con mi vida, te amo más que a nada. Nunca estarás sola ¿sí? No permitiré que eso ocurra.

Ella sonríe y puedo notar sus ojos brillosos, pero ahora de alegría.

Se acerca más a mí y empieza a dejar besos por toda mi cara, me río a carcajadas. Se aparta un poco y su sonrisa se ensancha. Me vuelvo a acercar y la beso. Y empezamos ese juego de apartarse y acercarse.

Se separa nuevamente y pone una mano en mi pecho para alejarme, me pasó la lengua por los labios y me dice: —Te amo.

Sonrío.

Esas palabras a través de sus labios suenan perfectas.

—Somos tú y yo contra el mundo, pequeña.

Y la beso nuevamente. Y pienso que nunca me cansaré de ella, porque es tan jodidamente perfecta.

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