XIX

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Inicio del maratón

Duramos un buen rato buscando alguna incongruencia, laguna legal o algo que nos permitiera acceder a una empresa fantasma, las cuales son aquellas que utiliza mi padre para el crimen organizado, detrás de la fachada de empresario ruso.

Es increíble que mi padre maneje una base de datos de este calibre, donde está registrado absolutamente todas las transacciones, viajes y cuentas de la empresa.

Acceder a las cuentas fantasmas es complicado, hay que buscarlas con suma atención, ya que, nosotros no sabemos con exactitud cuales son las empresas como consecuencia de no trabajar directamente en el negocio familiar.

— ¡Bingo! ¡Lo encontré! —dijo Leonid sentado a mi lado con las manos hacia arriba en símbolo de victoria, mientras miraba fijamente la pantalla de la computadora frente a él.

— ¿Estás seguro? ¿Cómo se llama? —pregunté mirándolo.

— ¡Sí! Oí a tu padre hablar de la empresa —explicó– se llama ZakharCorp

Accedí a ella a través de mi laptop. Estaba con cifrado pero rápidamente logré quitarlo y entrar mirando atentamente lo que salía.

Ahogué un grito.

No. Puede. Ser.

—Estamos jodidos —le dije a Leonid mientras me tapaba la boca con la mano sorprendida.

— ¿A qué te refieres?

Le señale la pantalla de la computadora. Se acercó rápidamente para luego soltar una maldición que oí perfectamente.

— Sí, estamos jodidos.

En la pantalla se mostraban gráficos, números y transferencias. Todas ellas tenían un número de localización, también un número de verificación y un montón de mierdas más. Lo que realmente nos inquietaba era que se veían claramente las transacciones hechas a mi cuenta y a la de Leonid en estos dos años. Eso significa que si Dimitri alguna vez llega a caer, todos caemos con él.

—Que no cunda el pánico, vamos a buscar las irregularidades que nos interesan —dijo Leonid luego de salir del trance.

Fruncí el ceño al descubrí una de las irregularidades que nos interesaban. Había gastado cinco millones de dólares en productos químicos para la elaboración de fármacos en cantidades que podrían ser tóxicas.

—No entiendo —le dije a Leonid mientras miraba las transacciones y las cuentas por las que se hacía— ¿para qué quiere productos químicos?

— ¿Te acuerdas a que se dedican la empresas de los Maxwell?

—Claro, tienen laboratorios químicos para la preparación de muestras, fármacos y... —me callé de repente cuando me di cuenta de la coincidencia.

—Esto no me gusta nada —expresó entre dientes Leonid

—A mí tampoco —negué— sigamos buscando.

—Aquí hay un préstamo del BIA*—señaló Leonid— y aquí hay otro para ¿eso es armamento militar?

Abrí los ojos como platos al ver lo que ponía. Efectivamente, era armamento militar. ZakharCorp había hecho una compra por una AVBPM*

Aeron © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora