Actualidad
Nueva York, EE. UU.
Anya
Me siento a la deriva, sumergida en un profundo mar de emociones en algún rincón de mi mente donde yacen mis más oscuros momentos y experiencias. Me encuentro en lo más profundo, escavando hacia el final donde se encuentras los recuerdos, las más retorcidas experiencias vividas en mi corta vida, con tan solo recordarlo siento un pinchazo y el tintineo que desencadenan las emociones. Lo único que llega a mi mente en este momento son recuerdos.
[Me encuentro en una carrera, sonrío cuando bajó las ventanillas del auto y esta vez siento como el viento roza mi cara y levanta mi cabello. Una sensación asombrosa.
Escucho las indicaciones del GPS mientras acelero cada vez más. Veo de reojo al Lotus que intenta rebasarme, sonrío sin mostrar mis dientes.
Sé que él me está mirando.
Me río mientras bajo un poco la velocidad, veo cómo avanza unos metros considerables. Aumentó mucho más la velocidad. Veo a un camión dirigiéndose a gran velocidad a mi izquierda antes de que siquiera reaccionar. Rayos. Impacta contra mí y desde ahí todo se vuelve negro.]
Abro los ojos rápidamente, me encuentro en mi cama. Sana y salva. Las gotas de sudor recorrer mis mejillas mientras se juntan con las lágrimas en mis ojos. Siempre el mismo sueño, los recuerdos picoteándome la mente decididos a que no olvide esa época tormentosa en mi vida. Veo la línea irregular que se encuentra en mi pierna, una cicatriz producto de ese accidente. Miles de imágenes después llegan a mi mente, un año de recuperación en un maldito hospital, las miradas de lástima, los amigos que no volveré a ver y luego está él. Me sentía confundida y desorientada, no recordaba nada y en especial, no lo recordaba a él.
El sentimiento de culpabilidad golpea mi pecho, luego de un año y medio de recuperación logré recuperarme mi memoria, pero no recobré mi antigua vida. Por lo tanto me construí un caparazón y viví una nueva vida dejando la antigua en un lugar profundo de mi mente que logra impactar y colocarse de primer plano cada tanto tiempo en mi vida. Destinados a hacerme la vida imposible, el pasado y la culpabilidad me atraviesan. Y cada vez es un recuerdo diferente.
A través del gran ventanal del apartamento se podían observar las vistas de El Bronx en plena madrugada. Eran las 4:00 a.m.
Todavía me siento exaltada, abrumada por las emociones y lo único que puede calmarme es un cigarrillo. Me levanto de la cama y camino a través de la habitación bajando las escaleras hacia la cocina, veo el cenicero en la mesita que se encuentra frente al sofá y me dirijo hacia allá. Agarro un cigarro de la caja, agarro el encendedor para dirigirme al balcón. Enciendo el cigarro maravillándome con las vistas de la cuidad.
Por lo menos el viejo tuvo buen gusto en el apartamento, o bueno, en el edificio, pensé. Compró un edificio de tres pisos, el cual por fuera se ve de mala muerte pero por dentro es todo un «lujo», según él.
Todavía no lograba acostumbrarme a lo lejos que me encontraba de mi querida tierra, aquel lugar que se habla convertido en mi hogar durante tanto tiempo. Mis ojos estaban cegados por la furia mientras cerraba mis puños y sentía las uñas clavadas en mi piel con un dolor tan placentero.
Necesito drogas. Es todo lo que mi cerebro puede procesar, me debato entre llamar a Mike o no, un lindo trigueño que conocí el primer mes aquí, pero luego recuerdo la hora que es.
Suspiro lentamente.
Todavía faltaban unas horas para comenzar el terror en la Fordham University.
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Aeron ©
ActionÉl era como la adicción que tienes a la cuchilla, la satisfacción que sientes al cortar alguna parte de tu cuerpo... las muñecas, el estómago, las piernas... Dándote tanto placer que por más daño que te haga no lo dejas de hacer, el sentimiento de l...