XII

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Anya

Habia decidió seguir con mi vida. Al diablo con que este vivo, es parte de mi pasado. El presente y el futuro no tienen que construirse a base de eso. Ya no podía vivir en el pasado, pero todavía estaba presente en mi mente el momento en el que lo vi. Las sensaciones ya no las puedo describir pero necesita desahogarme un poco conmigo misma para luego volver al mundo real.

Ya no puedo seguir así, he cambiado. Todos hemos cambiado. El accidente cambio mi vida, no recordé muy bien quién era él hasta pasado un año después y no fue nada fácil. Fue un año duro, él estaba muerto. Se supone que había muerto en ese accidente, cuando lo vi supe que fue verdad.

No era el mismo. Sus ojos ya no transmitían amor, su piel estaba cubierta de más tatuajes. Estaba jodidamente sexy y era muy guapo pero ese no es el caso, era una máscara ahora. Hielo estaba en su mirada y ni siquiera el más ardiente fuego lo podría derretir. Vivió su vida cuatro años sin mi, viví cuatros años sin él. Puedo soportarlo, puedo aceptarlo.

No soy una niña y no dejo que los sentimientos me dominen así que los encierro, y ahí estarán bien. No está bien, lo sé, pero ahí se quedarán. No los abriré más, nunca más.

Las leyes de la vida son claras sobrevives o mueres, no puedes dejar que tus sentimientos nublen tu juicio porque morirás, morirás lentamente. Y no puede ser así, las cosas no pueden ser así.

¿Qué espera el mundo de mi? Me creí con delincuentes, vi cómo mataban a las personas que más quería. Ya no queda nadie en que confiar ¿por qué voy a dar vueltas en el asunto? Leonid está a mi lado pero es muy difícil saber que es lo que trama. No puedo confiar en él. Nunca nos llevábamos realmente bien, solo somos un equipo —y uno bueno, cabe decir— cuando se trata de trabajo. Sé que en algún momento voy a hablar con Aeron, lo sé.

Pero en este momento parezco una estúpida, sentada en mi cama mientras tengo una lucha conmigo misma y observó el collar que él dio hace años con nuestras iniciales en él. Es un lindo collar, de verdad. El día del accidente lo cargaba puesto y cuando me desperté en el hospital todavía lo cargaba puesto. Mi familia fue tan gentil conmigo —y solo en ese momento— de ponérmelo de nuevo.

Y mi trauma no fue por sufrir un accidente, tuve inflamación cerebral, pude tener un hueso roto. Pero mi trauma fue enterarme de que había muerto y que no fui al funeral ni nada por el estilo. Y ahora que lo pienso, nunca vi su cuerpo. Y realmente todo fue un engaño.

Fue una buena jugada, él sabía que si me dejaba era capaz de irlo a buscar por cielo y tierra para matarlo, así que prefirió declararse muerto. No guardo ninguna especie de rencor, seré pacífica. Voy a tener que hablar con él porque no soy una niña inmadura, porque en algún momento tengo que hacerlo.

Y Dimitri lo sabía, estoy casi segura de que lo sabe. ¿Cómo no va a saberlo si tiene que tener negocios con él? El parece saberlo siempre todo. Y es a la única persona que realmente le guardo rencor aunque ahora tengo una lista de personas que quisiera matar y el la encabeza. Cada vez se llena más y más.

Criarse con delincuentes no es tan malo como criarse con la mafia, las mujeres están destinadas a ser tratadas como trofeos y en darlas en matrimonio a un miembro de una banda opuesta para tener paz. Un método bastante arcaico. Y yo no iba a ser parte de eso, así que me preparé y dejé de ser la niña sumisa y obediente que todos querían que fuera. En ese momento es cuando entra Aeron, cuando lo vi supe que mi vida estaba destinada a la miseria.

El lema de la mafia es sencillo: entras vivo, sales muerto. Un lema que tengo tatuado en mis costillas, en ruso. Cuando lo conocí el era un chico relativamente normal, o lo más normal que se pudiera parecerse. Me protegió y me enseñó cómo lidiar con todo esto, pero el cambio no sucedió sino hasta que murió, cuando decidí convertirme en lo que era. Rompí muchas reglas, me fui un tiempo de Rusia y cuando llegue estaba lista para conformar parte de la bratvá, como uno de sus miembros. Fue difícil pero lo logré, en ese entonces Dimitri solo era un jefe más de una las divisiones, por lo tanto, los obstáculos en el camino fueron fáciles de vencer. Demonios. Ahora tengo una buena vida y hasta los machotes tiemblan ante mi. Anya, la bruja escarlata, la asesina maestra. Me costó mucho ganarme mi puesto y nadie me lo va a quitar, no soy una niña de 17 años. Soy una adulta y puedo con todas las brechas en el camino. Soy la mejor, y nadie en este maldito mundo tiene más poder que yo.

Aeron © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora