Era una estúpida, posiblemente era una de las personas más estúpidas en el mundo. Yo, Anya Kuznetsova era una grandísima estúpida y podría repetirlo mil veces ¿En qué momento se me permitió bajar la guardia? Nunca. Nunca debía bajar la guardia. Bueno, puedo soltar como excusa que estaba drogada pero no va al caso, no era la primera vez que me metía una línea o algo parecido, y lo único que hacía la cocaína era ponerle más alerta y agudizaba mis sentidos. Maldita sea. Pero como toda causa tiene un efecto, ahora me encontraba con una venda en los ojos, las manos atadas detrás de mi espalda con el culo sobre una silla y un sonido irritante de una gotera. Y me falto agregar a demás, que tengo una maldita cinta en la boca.Dimitri estaría muy decepcionado de mí —mucho más de lo que ya está—, todos los años de enseñan fueron en vano por una noche, papi. Pienso que Leonid debe estar buscándome como loco y yo también quiero empezar a maquinar un plan para poder escaparme de aquí, no obstante, hay muchísimas restricciones. Uno, no veo un carajo. Dos, no tengo nada con lo que atacar. Tres, bueno ya no se me ocurre una tres. Así que la única esperanza que tengo es esperar que alguien entre a la habitación del terror y saber qué coño quiere de mí.
Los efectos secundarios de la cocaína no ayudan mucho tampoco, tengo una gran resaca. Me duele muchísimo la cabeza y tengo ganas de vomitar, no es un buen alentador, la verdad. En realidad, el caso debería ser al revés: yo ser la que castigue y secuestre a alguien, pero no, el universo tenía que conspirar contra mí.
En el mejor de los casos, la personita que me secuestró ni siquiera sabe quién soy. Y es cierto, nadie lo sabe a menos que yo sé lo diga. Mi información está incriptada, bueno, la verdadera. Así fue porque le pague una grandiosa suma de dinero al mejor hacker del mundo —si vas a hacer las cosas bien, hazlo con los mejores—, así que nadie puede acceder a mi información. Aunque eso levanta sospechas por lo que tengo un bonito perfil con información sobre una chica mediocre de descendencia rusa con sus padres muertos, de apellido Ivanovika.
Sé perfectamente que no llevo mucho tiempo aquí, ha pasado un día como mucho. Pero desde que me he despertado los minutos son cada vez más lentos y terribles. Siento como una eternidad corre por mi cuerpo y me hago la promesa de que mataré a Alan y a todo aquel que estuvo involucrado. Me estoy desesperando, se me acabó la paciencia y quiero salir de este maldito lugar. Probablemente Dios escuchó mi suplicio porque escucho el crujido de una puerta muy vieja al abrirse y suspiro con alivio.
Las pisadas se hacen cada vez más fuerte y las voy contando una en una. Me permití saber la distancia que hay de la puerta a la silla, la cual no es mucha, porque lo que asumo que el lugar es realmente pequeño. Eso hace que me desespere un poco más con claustrofobia.
Cerré los ojos esperando que el tiempo pasará, parecía que esos pasos no iban a terminar nunca. El dolor de cabeza era tan fuerte que sentía que ésta iba a estallar, no soportaba el dolor.
Sentí una respiración fuerte en mi cara, que hizo que me alejara más. Abre los ojos, Anya. Escuché la voz ronca con un leve susurro. Empecé a transpirar y sentir taquicardia, el escalofrío recorrida mi cuerpo y por primera vez en años sentí miedo.
Abrí los ojos de golpe.
El escenario había cambiado.
Lleve mis manos al pecho sintiendo cierto alivio y desahogo, estaba acostada en la cama de mi habitación. Tenía un terrible dolor de cabeza y no recordaba nada del día anterior. Flashback llegan a mi mente sin nada en concreto y hacen que me desespere un poco más.
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Aeron ©
ActionÉl era como la adicción que tienes a la cuchilla, la satisfacción que sientes al cortar alguna parte de tu cuerpo... las muñecas, el estómago, las piernas... Dándote tanto placer que por más daño que te haga no lo dejas de hacer, el sentimiento de l...