Capitulo 30

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Llegué a casa y lo único que hice fue ir a mi habitación a llorar como nunca.

La persona que más amaba en este mundo, me había traicionado.

Aunque el no lo sabía.

Cuando todo va bien, algo siempre tiene que pasar y te arruina todo.

Siempre!

Era horrible la sensación de saber que la persona que más querés está con otra. Peor se siente verlo.

Pero ahora, no sé qué hacer.

Si dejarme caer en la realidad que no volverá a ser como era o la de correr a sus brazos y decirle "Te amo".

Pronto caí en un profundo sueño.

"-Quiero decírtelo todo.
-Pero si lo haces, arruinarás todo- me dijo.
-Ya está todo arruinado, no veo la forma de que se arruine peor que todo esto.

Se quedó en silencio. Mirando a otro lado. Intenté buscar con la mirada lo que miraba, pero no lo encontraba.

-Te amo.

Otro silencio.

-Que te amo! Escuchas?!

Seguía callado.

Le di un empujón para que se despertara. Pero no podía moverme.

-Yo no.
-¿Qué?
-Que yo no te quiero! Mira la realidad!

Mis ojos se cristalizaban.

-Llegaste tarde.- Dijo una voz saliendo detrás de él.

Ambos se fueron y yo quedé allí parada. Sin poder moverme.

-Nico! Nico!- No me respondía y siguió su camino. Comenzé a llorar.- Ni..!- no podía seguir gritando.- Por favor, no...- Mi voz bajaba de tono cada vez más. Y lo único que se escuchaba era mi llanto en el medio de la nada. No había nadie, ni nada.

Estaba sola."

Desperté preocupada. Deseando que todo fuera un estupido sueño.

Pero estaba equivocada.

Toqué mi cara y estaba mojada. Había llorado mientras dormía. No me solía pasar nunca, salvo esta vez.

Miré el reloj. Eran las 7:00 a.m y tenía que correr a la escuela.

Salí lo más rápido que pude de casa. Corriendo, prácticamente. Otra vez llegaba tarde. Pero lo peor de todo, llegaba tarde a la clase de Historia. Y si no iba puntual, tendría una lección.

Cuando pise la entrada de la escuela, sonó el timbre. Me alegré de no haber llegado tarde. Aquel sueño me había demorado.

Caminando a mi clase, Nicolás llegaba con una hermosa sonrisa. Como la de siempre. Pero yo se la borre de su cara, tal como él lo hizo.

No le sonreí y le di un empujón con mi hombro.

Se sentó en diagonal a mi banco, con lo cual, no dejo de molestarme para saber que era lo que me pasaba.

-Ori- me susurraba. Me hacía la sorda.- Ori- y sin embargo, seguía.- Ori!
-Quiere decir algo señor Nicolás?- Dijo la profesora. Lo tenía merecido.
-No, solo le pedía un lápiz.
-Puede pedírselo a la señorita Montes, que está delante suyo.
-No tiene- contestó.
-Si que tengo- dijo mi compañera. El la fulminó con la mirada.
-Tal vez no tenga nada que decirle al resto de los compañeros, pero a mí si. Venga y de lección.

Diario de una adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora