Miyagi caminaba lentamente hacia su coche, saboreando por última vez el paisaje de aquel instituto que él mismo había establecido.
En un inicio se tenía planeado que el instituto fuera exclusivamente para Ritsu, pero a medida que pasaba el tiempo, conocer a gente en el trabajo e incluir a otros pacientes hizo que el instituto fuera como su segunda casa. Le era doloroso dejarlo, sin importar la situación que enfrentaría, sabía que sería muy difícil regresar.
Se abrió la enorme puerta y le echó una última mirada al edificio blanco.
—Takano, siéntase culpable...—. Miyagi murmuró como si Takano le oyera. —Siéntase culpable, ya que la culpa trae pasión... Y esa pasión trae...—. Miyagi dejó que su voz se desvaneciera en el aire.
La puerta se cerró y sus labios se curvaron en una sonrisa. Miyagi pensaba que había sido un poco ingrato, ya que había un par de cosas que no le había dicho a Takano. Tal vez había sido mala decisión el hacerlo, pero simplemente quería que Takano lo descubriera por sí mismo.
Se recargó por completo en el asiento tomando una posición más cómoda y apoyando su cabeza en el respaldo del asiento, sonrió con los ojos vidriosos.
—La pasión trae cambios, Takano.
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Takano se dejó caer en el sofá de la cafetería del instituto. Con el café en una mano y el cigarrillo en la otra, frunció el ceño.
¿Cómo le hizo Miyagi para lograr descomponer a ese mocoso?
Jamás hubiera imaginado que tener un solo paciente en lugar de varios sería la cosa más estresante del mundo.
Tomó una profunda calada a su cigarrillo y se quedó mirando a su café, recordando la escena de esa mañana.—Vamos, Onodera ¿No quieres salir a hacer un poco de ejercicio? Yo te acompaño—. Takano ofreció recogiendo los libros que el castaño había lanzado por todas partes.
Ritsu corrió hasta una esquina de la habitación y se hizo un ovillo.
—Esperaré a Miyagi-san aquí—. Dijo con voz apagada. —Si me voy, Haitani no me encontrará y se molestará conmigo.
Takano suspiró y se acercó a donde estaba Onodera inclinándose delante de este.
—Miyagi se pondrá muy triste si supiera que te estás portando así. Ahora vamos, necesitas hacer ejercicio, llevaremos a Haitani con nosotros.
Ritsu miró un momento a Takano y luego enterró su cara otra vez en sus rodillas.
—Haitani salió porque no se siente cómodo con usted aquí.
Takano respiró profundamente.
"Tolerancia máxima Takano... Tolerancia máxima"
También recordó que la noche anterior no pudo hacer que Ritsu dejara de llorar. Él simplemente había puesto su mano sobre la cabeza del joven que yacía en el suelo frío y comenzó a agitar suavemente su cabello. Takano pensó que tal vez un poco de conexión física podría hacer que el Onodera en estado D se abriera un poco más a él, sin embargo fue todo lo contrario. Ritsu se estremeció por el contacto de Takano y le dió una bofetada en la mejilla.
—¡No me toque! ¡Sólo Haitani me puede tocar! ¡Vallase de aquí! ¡Desaparezca!
Takano hizo una mueca recordando el dolor que la mano de Onodera provocó en sus mejillas.
Sorbió un poco de su café, pero al parecer un poco se quedó atorado en su garganta por lo que tuvo que toser un poco.
Después de dejar a Onodera solo en su habitación se acercó a los otros médicos que serían los encargados de atender a sus anteriores pacientes. Les dió algunos detalles y les dijo las cosas importantes que deben tener en cuenta para su buen tratamiento. Hasta entonces ya eran las 11:00 am cuando terminó.
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Enfermo Mental - Sekaiichi Hatsukoi & Junjou Romantica #SA2017
FanfictionTakano Masamune es un médico psiquiatra que se ha aburrido prácticamente de todo. Cuando se transfiere a su nuevo puesto en un instituto mental, conoce a un particular "médico" llamado Onodera Ritsu. Takano nunca habría pensado que al conocer a Rits...