XII. Contagio

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Ya sea que fue la respiración regular del chico al lado de él o su reloj biológico que le hizo abrir los ojos, él no lo sabía. Usami Akihiko buscó en el techo un poco adormilado, se movió por debajo de las sábanas y se sentó. Tan pronto como sus pupilas se acostumbraron a la habitación a oscuras, encendió la lámpara cerca de él. Respiró profundamente, pero sentía como si se asfixiara.

Se volvió un poco a su lado, y logró ver las extremidades cortas del joven a su lado que se ocultaba bajo las mantas gruesas. Sacó las mantas a toda prisa, pero el pobre cuerpo magullado de Misaki no despertó. Dormía como un tronco.

Los ojos de Usami se abrieron como platos, su respiración entrecortada y el nudo en su garganta. Sus manos temblorosas tocaron ligeramente el contorno del pálido cuerpo de Misaki. La cara del chico tenía semen y saliva seca, los labios hinchados y hasta los ojos, que aunque estuvieran cerrados, la hinchazón en ellos era muy evidente.

Akihiko trazó el cuello de Misaki al ombligo con sus temblorosos y fríos dedos. Chupones con sangre seca, contusiones, cortes y semen seco.

Usami levantó lentamente la pierna de Misaki, cortes sobre la rótula, hematomas en el muslo. Todo el cuerpo de Misaki era una clara muestra de tortura física y sexual. Todo ello hizo que Akihiko quisiera vomitar.

La ola de náuseas fue bloqueada por un sollozo que salió de su garganta seca, puso su mano sobre su boca. Las lágrimas calientes, cayeron por debajo de las mejillas del hombre. Su cuerpo se estremeció mientras observaba el nacimiento de la respiración en el pecho de Misaki.

"Mi Dios... lo hice... lo hice otra vez..."—. Repetía el peliplata una y otra vez en su cabeza.

—Misaki...—. Le susurró al aire cuando se inclinó y tomó las mejillas del chico.

Akihiko pensó que moriría de un ataque al corazón. El pensar que él era el que le hacía todas esas torturas a su niño, su querido Misaki, era más de lo que podía soportar. Se quedó mirando el rostro dormido de Misaki. Incluso en sueños, parecía que el chico estaba siendo seguido por la tortura, con el ceño fruncido y un débil gemido de agonía que escapó de su boca roja e hinchada.

Inclinado sobre Misaki, con sus brazos tomó lentamente la figura casi muerta debajo de él, Akihiko se mordió el labio inferior, sus lágrimas caían sobre el rostro del castaño.

—Lo siento... no quería hacerte esto... Misaki perdón... perdóname—. Sollozó el peliplata apretando el frágil cuerpo contra el suyo.

Por reflejo de él, los ojos de Usami se lanzaron al enorme reloj en la pared. 03:15 am. La cara dolida de repente se convirtió en una fría. Usami Akihiko tiene solamente 15 minutos de cordura.

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Ritsu se retorció en la cama cuando los rayos del sol comenzaron a bailar sobre sus ojos cerrados.

—Es demasiado brillante...—. Murmuró Ritsu protegiendo sus ojos de la luz que se filtraba a través de las cortinas de flores.

Con un jadeo, Ritsu se levantó bruscamente y examinó la habitación de color rosa que fue más intensa debido a la luz de la mañana. Viendo a la ventana y los rayos de luz del sol a través de esta, Onodera de repente se sintió nervioso. Durante casi dos años, nunca había visto el mundo tan brillante como esa mañana.

Con su corazón tronando en el pecho, no había nada en su mente más que celebrar, correr a Takano para sacarlo al aire libre y bañarse bajo el sol. Echó un vistazo alrededor y vio que la habitación estaba vacía. Takano lo había dejado dormir solo en la enorme cama mientras él dormía en el sillón afuera.

Enfermo Mental - Sekaiichi Hatsukoi & Junjou Romantica #SA2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora