XXVII. El Asesino Del Lápiz Labial

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Takano caminó hacia el hombre semi desnudo sangrando inconsciente en el suelo. La palabra "odio" no era suficiente para describir la emoción que tenía hacia Usami Akihiko. Odiaba al hombre. Y estaba atormentando su alma.

¿Cómo se atrevió el bastardo a tocar a Ritsu como un títere? ¿Cómo se atrevió a poner sus sucios dedos sobre él? ¿Cómo se atrevió a abrazar a Ritsu con su repugnante forma?

Esto era algo de lo que el iracundo Takano estaba pensando. Y el pensar que tendría que salvarlo, sentía que se estaba traicionando a sí mismo.

—Por favor... ya no le haga más daño...—. Imploró Misaki, abrazándo, protegiendo a Usami de Takano. Con su cuerpo tembloroso, Misaki se aferró más fuerte al hombre. Sus labios temblaban y murmuraban sin cesar por favor, por favor, por favor...

Cuanto más tiempo Takano miró a Usami, más profundo era el deseo dentro de él de apuñalar al hombre profundamente en el pecho. Sumergirse en su corazón enfermizo, detener su respiración. Estaba en completo furor, pero aún así estaba llorando. Llorando porque no era necesaria una prueba para demostrar que Ritsu empeoró durante su estancia con el maldito Usami, cualquiera que fuese su nombre.

—Mierda...—. Takano murmuró para sí mismo mientras sus ojos se ponían borrosos con el líquido caliente que él pensaba, era sólo un signo de debilidad antes. Se mordió con fuerza el labio inferior que dolía tanto, pero su pecho era tan doloroso. Su corazón estaba en tanto dolor que podía morir.

Se pasó una mano por la cara para calmarse. Dio una última mirada a la pequeña y temblorosa figura que abrazaba al hombre de cabello plateado.

Misaki tomó la cara magullada de Usami, susurrando, orando, llamando.

—¿Usagi-san?... ¿puedes escucharme? Soy Misaki... Usagi-san... Dios... No quiero estar solo...—. El joven levantó lentamente la cabeza hacia el hombre que se elevaba ante ellos. Sus ojos rogaban a Takano. —Por favor... no quiero, no quiero estar solo de nuevo... Usagi-san no es una mala persona... él...—. No pudo terminar lo que quería decir cuando nuevas oleadas de dolorosos sollozos sacudieron su cuerpo, llenando toda la habitación con su voz.

Takano apretó los puños, sus dedos cavaban en su propia carne. Respiró profundo y suspiró. Giró la cabeza para mirar a Ritsu. Su corazón tamborileando dentro de su pecho. ¿Qué pasaría si cuando se girara para mirar, él ya no estuviera ahí...?

Ritsu estaba tan pálido como un fantasma. Pero aún así sonreía a Takano. Y a pesar de estar sonriendo, las esquinas de sus ojos también brillaban.

—No llores mientras sonríes, idiota...—. Takano susurró, para que Ritsu no lo oyera. —Me haces querer romperme y morir—.

Era seguro que Ritsu lo estaba observando, así que Takano se recompuso y se inclinó ante Usami. Misaki tenía una mirada interrogativa. Takano no se atrevió a mirar el rostro de Usami con temor de que pudiera presionar más de lo que debería y romper la aguja, enviándola al torrente sanguíneo del hombre, matándolo. Podría ser lo mejor que podría pasar, pensó. Pero Ritsu lo estaba mirando y Takano debía hacer lo que le pidió.

En ese momento, Takano trató de enterrar su odio y actuar sólo como un médico, salvando vidas.

—¿Qué hizo, señor?—. Preguntó Misaki, mirando las botellas vacías.

Pero el hombre no respondió. Se levantó de inmediato y caminó hacia Ritsu sin dar ni siquiera una mirada al hombre que casi quería matar.

Cuando llegó a Ritsu, se puso de rodillas para estar a la altura de los ojos con él. Su mano dio unas palmaditas en el cabello de Ritsu mientras la otra estaba tirando de la manta alrededor del cuerpo pálido.

Enfermo Mental - Sekaiichi Hatsukoi & Junjou Romantica #SA2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora