XIX. Visión

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Había un sonido de agua corriendo en el fondo. Los espejos reflejaban cada movimiento que hacía. Poco a poco y con cuidado, se bajó los pantalones y los dejó en el suelo. Con un suspiro, se sumergió en la bañera y se quedó inmóvil en la misma.

"Dios... Eso estuvo cerca"—. Ritsu pensó mientras el calor del agua comenzó a envolver su cuerpo.

El evento anterior le cogió por sorpresa. No en la forma de haber sido agredido sexualmente por su captor, sino en como el efecto del LSD a torcido a Akihiko. Ritsu tenía múltiples estados, pero ninguno tan sádico como el del hombre de cabello plateado.

"Entonces... mi estado H..."—. Sumergió la cabeza en la tina y trató de detener su respiración por un momento, pensando las cosas de nuevo. —"¿Es uno de los efectos del LSD, que pone en manifiesto el lado pervertido en uno mismo?".

El sabía que el episodio que tuvo lugar cuando llegó no fue el último. Para ser precisos, fue sólo el comienzo. Por suerte, la sangre en su nariz lo salvó. Pero, ¿Qué pasará cuando llegue la noche? ¿La noche después de esa? ¿Y la llegada de más noches? Ni siquiera sabia por cuánto tiempo iba a tener que hacer eso. Pensar que tendría que tener relaciones sexuales con el hombre le hizo encogerse. Pero, ¿Qué otra opción tenía? Además, no era como si él fuera virgen. Él ya había tenido una gran cantidad de encuentros. Con algunos amigos, con sus pasados, con Haitani.

"Si tan sólo pudiera convertirme a mi estado H por voluntad, tal vez sería mejor... no habría ningún problema".

Al sentir que ya no le quedaba aire, empujó su cuerpo hacia arriba y tomó grandes cantidades de aire para sus pulmones.

—Estoy haciendo esto para un fin, estoy haciendo esto para un fin—. Se animó. —Además, por mi propio bien, lo mejor es permanecer a su lado—. Ritsu se dijo a sí mismo al recordar la situación del chico Misaki. Era lamentable. Se preguntó cómo podía al menos ayudar al pobre chico.

El tren de pensamientos de Ritsu fue roto por un suave golpe en la puerta.

—Onodera-sama, he venido para traerle ropa limpia—. La voz llamó. —Voy a dejarla sobre la cama—.

La ceja de Ritsu se arqueó ante la palabra "sama".

Antes, después de que Usami lo dejó en el estudio junto con Misaki, un hombre con una sonrisa fácil se le acercó y le llevó a ese sanitario. Se presentó como Shiro, el secretario de Usami.

A toda prisa, Ritsu se levantó y salió de la bañera. Con el agua que goteaba de su cuerpo, abrió la puerta un poco para mirar al hombre. Hasta el momento, el hombre sonaba como una persona normal.

—Disculpa Shiro-san, Pero, ¿De dónde viene el 'sama'?—. Preguntó Ritsu a través de la pequeña abertura.

Shiro se volvió a la puerta entreabierta y con una sonrisa fija, señaló la ropa.

—Póngase esto después de que haya terminado—. Y con una ligera pausa, Shiro añadió: —El presidente dijo que lo tratara como tal—.

Al enterarse de ello, Ritsu no estaba tan seguro de si debía estar feliz o no. Una cosa estaba segura, y era que él aparecería como "el nuevo chico-juguete", "de la pobreza a la riqueza... como prostituto". Era como consideraba que todo el mundo lo llamaría.

Al cerrar la puerta de nuevo, apoyó la espalda en ella y reflexionó más profundamente.

—Pensándolo bien, esta configuración podría servir de ventaja que ser enjaulado y ser tratado como nada más que un rehén—. Ritsu murmuró para sí mismo.

Enfermo Mental - Sekaiichi Hatsukoi & Junjou Romantica #SA2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora