Tomé mi canasta, comprobé que todo mi cargamento se encontrara firme, abrí la puerta, dejé que una suave ráfaga acaricie mi rostro y emprendí mi trayecto hacia el árbol.
Pan, alimento, servilletas, mantel, agua; repasaba mi lista mental mientras recordé que me había olvidado de los vasos arriba de la alacena, aún así el calor me sofocaba y no retorné a mi casa a buscarlos.
Izquierdo, derecho, izquierdo, derecho; suspiré para mis adentros, mientras me recordaba cómo caminar. El sol me pegaba de frente, lo que hacía que mi vista se redujera a un delgado campo visual, ya que mis pestañas amenazaban con cerrarse ante tanta luz. Ya había tomado las riendas de mi debilidad ante él, mis piernas no temblaban tan exageradamente como solían hacerlo, pero una parte de mi era indomable, y resignada ante aquella rebelión que se desataba entre mis ideas me forcé a acostumbrarme al espacio que ocuparía ese desorden.
Arqueé mi cuerpo, cuidadosamente pasé por el alambrado rosando las púas, cuando una puntada se hizo notar en mi brazo derecho. Gruñí, examiné la herida, y lenta y dolorosamente me libré de aquel puntudo alambre que se había incrustado en mi piel, dejando un daño poco notable, aunque muy penoso. Coloqué la canasta en el brazo sano, y proseguí con mi arduo camino, bufando.
Crucé los pastizales que parecían dorados con el reflejo del sol, lo que hacía que se vieran más encantadores de lo que eran, y cuando por fin estaba a metros del árbol, un familiar sonido se incrustó en mis oídos haciendo que mi cabeza de vueltas en busca del origen de ese sonido. Del otro lado del árbol, en contra al sol, podía ver su perfil a la sombra de mi fiel árbol, que últimamente era nuestro punto de encuentro. Sus rizos, sus prolongados brazos que se movían al compás de la música, y sus largas piernas extendidas en el seco césped.
Apoyé la canasta a un lado del árbol, y al ritmo de un pajarito que acompañaba a la alegre melodía que desataba el instrumento que manejaba Harry, sigilosamente comencé a dar suaves pasos, hasta encontrarme de frente con su amplia espalda. Me apoyé sobre mis rodillas, aún en silencio, y sorpresivamente tapé sus ojos, a lo cual él respondió alertado, aunque cuando tocó mis manos y no tengo la más pálida idea de cómo, me reconoció, divertido, y pude ver como una sonrisa nacía en su cara.
- ¿Quién está por aquí? – exclamó el chico, tocando mis manos y siguiendo lentamente su camino por mis brazos. Reí entre dientes, y me obligué a no decir una palabra. A falta de respuesta, Harry continuó – creo que tendré que adivinarlo por mí mismo – Dijo, con cierta alegría que rebalsaba de su voz.
Sus manos se encontraron con mis brazos, lo que hizo que mis pelos se pongan de punta, subieron por mi cuello, haciendo que todo esto pareciera una apacible caricia, y cuando se encontró con mis mejillas, sus juguetonas manos se agarraron con un dejo de fuerza de mis pómulos, y a un abrir y cerrar de ojos, él se libró de mis manos que anteriormente hacían que su vista se tornara oscua, y volteó encontrándose con mi rostro nuevamente, al límite del suyo. Aunque todo esto me volvió paranoica por un segundo, gracias a la experiencia, con el tiempo supe cómo evitar esas situaciones.
- ¿Qué es eso? – dije indiferente, y señalé aquél extraño instrumento a lo que su cabeza volteó, y sus ojos me miraron, perplejos.
- Oh vamos, vives en un pueblo en el medio de la nada, pero cualquier persona en este mundo reconocería una guitarra. – Guitarra… ah sí, ya lo había recordado, ese era el instrumento que Julie trajo de la cuidad un día e intentó enseñarme a tocarlo, pero había sido un caso perdido, ya que mis dedos no tenían coordinación alguna en aquellas cuerdas tirantes.
- Una vez Julie, mi amiga de la que te conté, trajo una que le había regalado el padre, pero nunca supe cómo usarla. – me encogí de hombros y dejé que el prosiguiera.
- Nada que el profesor Styles no pueda arreglar, vamos. – sonrió, colocó el objeto entre mis piernas, y tomó mis brazos. – Empecemos con algo básico…
Y así es como pasamos toda la mañana tocando la guitarra, bueno en realidad, el tocaba y yo hacía una pobre imitación de su excelente habilidad, aunque no cabe duda de que mi experiencia con Julie fue mil veces peor. Gozamos de un agradable almuerzo y seguido de aquello nos recostamos en el pasto, como solía hacer con mi antigua vecina, buscándole formas a aquellos trocitos de algodón que se extendían sobre un inmenso panorama, llamado espacio exterior. El calor tomaba control de mi conciencia e hizo que todo me empezara a dar vueltas, las nubes cada vez eran más y más. Pues, lo único que recuerdo, fue un suave roce de mi mano con su brazo, un Harry que se posó en sus rodillas alterado mirándome directo a los ojos, junto a un cuerpo sudado y confundido, ese cuerpo era yo.
Abrí los ojos y me encontraba fresca mucho mejor que la última vez que lo vi a él, desesperado, aunque aún algo andaba mal en mi cabeza, no recordaba que los admirables ojos paradisíacos de Harry de hubieran multiplicado por tres.
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She will be loved (Harry Styles y tu) terminada
Fanfictionno es mía, es de una chica llamada Lucy, es una historia muy bonita, espero que la disfruten... es de Harry Styles pueden votar si quieren---