Trigésimo tercer capítulo.

1.1K 73 0
                                    

-Entonces, ¿así? –dije, en medio de carcajadas, demostrándole a Harry si mi técnica para amasar era correcta.

-Exacto, ¡lo haces muy bien _____! –exclamó con un tono irónico.

-Ya, deja de inventar, lo dices porque eres mi amigo.

-Eso es mentira. –soltó, y pasó su mano cubierta de harina por mi rostro, dejándolo más pálido de lo que naturalmente era. –Eso te ganas por ser mentirosa.

-¡Ay! Harry, mira lo que has hecho. –repliqué mirando atentamente a un espejo. -¡No es justo! – y al mismo tiempo que dije eso, tomé un poco de harina con mis manos y antes de que esta se resbalara entre mis dedos la arrojé hacia el cabello de Harry, dejándolo blanco. Así fue como desencadené una guerra de harina entre ambos. El aire ya no era transparente sino que un polvo blanco ocupaba su lugar.

Me escondí detrás de una mesa, con un manojo de harina en la palma de mi mano, alerta a cualquier movimiento, lo que podía significar que Harry procuraba atacarme. El ambiente estaba sereno, hasta que un grito (y cabe aclarar que para mi sorpresa afinado) desató un caos de polvillo blanco volando por doquier. A mis espaldas sentí una palmada y una risa malévola, volteé y allí estaba él, con un pañuelo tapándole la mitad de la cara, aún así, dejé salir una brisa de mi boca que se llevó consigo la harina que terminó nuevamente en la cabeza de Harry, mientras que yo, me destornillaba de risa en el piso. 

-¿Te parece gracioso? –soltó Harry en medio de las risas, mientras se arrojaba al suelo a mi lado. –gracioso será verte en la fiesta y que no sepas como comer fideos.

-Oh, vamos. No seas malo. –hice una pausa, y contemplando el desastre que era la cocina de Harry retomé. -te ayudaré a limpiar. –me levanté y tomé un escobillón, mientras él tomaba un trapo húmedo. 

Luego de un arduo trabajo de limpieza profunda en el lugar, nos dedicamos a esperar a que la comida se termine de preparar. Había un olor que podía tentar a cualquiera, y eso me revolvía el estómago. 

-Harry, ¿Dónde están tus padres? – pregunté, al ver que ya anochecía y no había nadie más que nosotros dos en su amplio hogar. El chico suspiró.

-Mi padre se queda trabajando hasta tarde en el campo hoy, y… mi madre me abandonó apenas nací. Verás, según mi padre, yo fui un error para la persona que me trajo al mundo. Ella nunca me quiso, si mi padre no le hubiera rogado que me dejara nacer, probablemente no estaría aquí. Ella dio a luz, y se fue. Me dejó. A mí y a mi padre, sin una pizca de remordimiento, sin nada de compasión, nada. No sé su nombre, ¿entiendes? Mi padre lo es todo para mí, por eso lo aprecio tanto. Ella ya no me importa, no significa absolutamente nada, es sólo un mal recuerdo. No sé donde está, ni cómo está. Tampoco sé si está viva. Y lo peor de todo es que ella tampoco se preocupa por mí, no sabe nada, nada acerca de mí. Perdimos contacto con ella. Pero no hay nada de qué preocuparse, _____. No la necesito cerca. –Dijo Harry como si estuviera pronunciando un trabalenguas, y cada vez se tornara más difícil seguir hablando.

-Oh Harry, cuánto lo siento. –Un sonido leve me interrumpió, y nos notificó de que la cena estaba lista. Ambos nos dirigimos miradas de satisfacción. 

Algo raro había en ella. No era la misma que solía ponerme los pelos de punta. La mirada no era esa que me hacía sentir que un maratón de fuegos artificiales explotaban dentro de mí. No eran aquellos los ojos que podían derrumbar mi orgullo y construir mi alegría. No era el mismo Harry el que me cedió un lugar en la mesa. Eran las mismas costumbres, las mismas conversaciones, pero… algo no me convencía. Estaba segura de que el Harry auténtico se encontraba encerrado dentro de sí mismo. Ese par de ojos que me miraban y me transportaban a lugares inimaginables no estaban presentes en el rostro del chico que me estaba sirviendo una bebida. Sus ojos estaban nublados, grises, cambiados, eran extraños. Eran los ojos de un extraño. No me demostraban lo mismo que aquellos ojos verde infinito que eran capaces de que yo haga cualquier cosa por ellos. Aquél Harry Styles no era mí Harry Styles. Pero yo misma lo dije, no se puede tener todo en esta vida, y por mucho que me costara adaptarme al cambio, lo haría. 

-Entonces… debes tomar el tenedor de esta forma… y… -me perdí en su voz y sus ojos, que juntos hacían una combinación espléndida. Pero ese gris me ocultaba el verdadero tesoro que era el verde de sus ojos.

Flashback.

…la misma frase que me recorrería la cabeza todos los días de mi vida apareció en un cartel de publicidad. << Todavía no pierdo la fe, y sé que algún día volverás>>…

Fin flashback.

¡Quiero a mi Harry de vuelta! –rugió algo dentro de mí.

She will be loved (Harry Styles y tu) terminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora