Vigésimo séptimo capítulo

1.2K 78 1
                                    

Subimos las escaleras y esperamos a ser atendidos. Harry habló en francés con un mozo, ya que ese era un restaurant de esa nacionalidad. El pequeño hombrecito hizo un gesto hacia una dirección, y allí nos dirigimos. Luego de sentarnos admiré el lugar. Estábamos en un balcón, con un piso, sillas y mesa, de maderas. A uno de nuestros lados se asomaba una baranda, con unavista espléndida. Un río, cuyo nombre no supe, se extendía debajo de nuestros pies. Un farol en cada mesa era suficiente para distinguirse las caras unos a otros. Una vela con aspecto acogedor iluminaba uno de los puntos más turísticos de la instalación. Desde la mesa junto a Harry, podía distinguir la vela brillar junto a dos caras besándose apasionadamente. Me pregunté si tal vez ese fuera nuestro futuro con mi acompañante. Una extraña voz se introdujo en mi cabeza haciéndome volver a la realidad. El mismo hombrecito que anteriormente nos había designado la mesa, estaba tomándonos la orden. Los dos masculinos de repente y como si lo hubieran planeada, dirigieron sus ojos a mí. Supuse que sería mi turno de ordenar la cena. 
- Elige tú por mí, Harry. –Dije, indiferente. El me miró nuevamente, miró el menú, y dejó que unas extrañas palabras fluyeran de su boca. No tenía ni idea de que iba a comer. 
Me enfoqué en Harry, y lo adorable que se veía su rostro reflejado a la luz del farol que se interponía entre nosotros. De sus ojos nacían unas pequeñas luces, llamas, sus ojos estaban en llamas. Su sonrisa, sí. Esa que a mí me gustaba, la que me hacía sonreír también a mí. El se quedó mirándome por un rato, mientras yo me preguntaba que estaría pasando por su cabeza en ese preciso momento. 
-Que linda eres. –Dijo, seguro. No había rastro de nerviosismo. ¿Lo diría de verdad? Dudé. No quería mirarlo a los ojos, porque en ellos encontraría la respuesta que no quería saber. No soportaba que personas me dijeran lo linda que era, cuando a veces ni si quiera yo misma podía hacerlo. Esbocé una sonrisa y contesté: 
-Que lindo eres. –Y me atreví. Concentré toda mi mente en hacerlo. Porque comprendí que la vida es una. La vida a veces es un segundo. La vida se vive una sola vez. La vida no es justa, y no tiene límites. Entendí, que si quería dejar de gastar el tiempo, debía hacerlo de una vez por todas. Vivir la vida, atreverse a hacerlo. Levanté mi mirada y no pude deshacer esa acción, sabía que nunca podría hacerlo. Nunca podría despegar mis ojos de los suyos, porque eran mi debilidad. Entendí todas las cosas que antes no podía. Vi todo lo que antes no podía. Escuché todo lo que antes no sentía. Exploté la burbuja en la cual había sido encerrada. ¿Encerrada por quién? La inseguridad, la vergüenza, la desconfianza, el miedo, el fracaso, el odio. Todos queremos una receta para aprender a ser feliz. Todos queremos el antídoto a todo mal. Pero no se vende, ni se compra. Debes encontrarlo por ti mismo. Debes combatir todo lo que te destruye. La vergüenza: unas cucharadas de valentía. La desconfianza: creer en mí, tanto como en los demás. El miedo: enfocarse en lo que tenía y no en lo que anhelaba. El fracaso: intentar, las mejores personas han fracasado miles de veces, aún así nada las tira abajo. El odio: solo basta una dosis de amor. Luego de una conversación usual con Harry, el ruido de los platos chocar con la superficie dura de la mesa nos obligó a concentrarnos únicamente al hombre con traje negro y rosa roja en su bolsillo. Miré mi plato.
-¿Qué ordenaste Harry? Se ve delicioso. –Comenté y me notifiqué que en el plato de Harry había una comida igual que a la mía. 
-Pastel de carne. Es tradicional aquí en Londres, pensé que tal vez te gustaría. 
Dejamos la conversación para otro momento y comenzamos a degustar el pastel de papas. Un placentero gusto se apropió de mi boca en cuanto di el primer mordisco.
-Muy buena elección señor Styles.
-No hay de qué agradecer señorita _____, fue un placer. 
Luego de pagarle al hombrecillo, y despedirme del restaurant, la voz de Harry, rasposa, sonó como un susurro, muy cerca de mi oreja.
-¿Vienes?
Asentí con la cabeza, y seguí los pasos de Harry. Subimos unas escaleras, hasta que él se paró en seco. 
-Ven, pasa. –me adelanté y el puso sus manos en mis ojos, haciendo que todo se me haga más confuso de lo que era. –No quiero arruinarte la sorpresa, me lo agradecerás. – Y así seguimos subiendo escalones, yo con mi vista a oscuras. Por fin el terreno se hizo plano, pero Harry no me dejaba ver. Comenzó a dar cortos pasos conmigo, hasta que el camino se terminó. – Sostente de aquí. –Tomó mi mano y la colocó en una baranda. Cierra los ojos y no los abras. –Asentí nuevamente en silencio. Presa de mis pensamientos, víctima de la intriga. – Abre tus ojos. –susurró una dulce voz en mi oído. Lo hice, los abrí, y nunca me arrepentiré de hacerlo. La bella Londres se veía más bella desde ese punto en el cual estábamos. Las estrellas parecían un reflejo de las luces de la ciudad. La luna era testigo de todo. Dejé escapar un suspiro de sorpresa.
-Se ve tan lindo… -Comenté, encantada. 
-No tanto como tú. –Respondió, vivaz. Haciendo que una sonrisa fluya de mi rostro, haciendo que mi corazón latiera miles de veces por segundo, haciendo que yo crea en esas palabras.
-Ya basta Harry, no creo que… -hubiera seguido hablando si él no me hubiera interrumpido.
-Cállate, y bésame de una vez por todas.

She will be loved (Harry Styles y tu) terminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora