Vigésimo octavo capítulo.

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Sus labios chocaron con los míos, y de nuevo esa increíble sensación me azotaba el corazón. Las luces de Londres salpicaban nuestras caras con pequeños puntitos reflejados. Un largo beso sin interrupción. Suave, dulce, agradable. Su mano en mi mejilla y mis brazos sobre sus hombros. Harry se despegó de mis labios. Me sorprendí. Me miró a los ojos y sin dejar de mirar a ellos señaló al horizonte. Seguí su brazo hasta perderme en el paisaje. 

- _____ - hizo una pausa, miró la gran construcción con un reloj que se encontraba justo enfrente nuestro, y suspiró. Se enfocó en mí y retomó. –Nos esperan en la estación. Vamos ahora, o perderemos el tren. 

- Estoy de acuerdo, yo te sigo. –Tomé su mano con toda la confianza del mundo.

Bajamos corriendo del colectivo que nos transportaba. Con la esperanza de que el tren haya tenido una demora. Teníamos la esperanza, que el tren no haya salido. Pero no fue así, ya que cuando pisamos la boletería el humo de la locomotora se esparcía por el espacio, y a lo lejos se veía una máquina siguiendo el camino de las vías. 

-Ven conmigo. –Tomó mi mano y abriendo paso por el mar de gente que nos rodeaba nos condujo hasta una casilla de boletos. –Dos para Canterbury. –Sacó su billetera, y luego de rechazar mi dinero, pagó ambos pasajes. 

Subimos al colectivo y yo me coloqué del lado de la ventana. Me gustaba reencontrarme con mi amigo, el campo. Los asientos estaban muy juntos. Harry se sentó a mi lado. Lo miré, sonreí, apoyé mi cabeza en su hombro, el pasó su brazo por mis hombros.

Sus brazos eran un refugio a todo lo que me rodeaba. Tan fuertes y protectores. Me defendían del frío y la lluvia. Me sentía muy a gusto con Harry a mi lado. Me sentía tan privilegiada de tener a un hombre como ése junto a mí. Me sentía feliz, radiante, porque después de tantas dudas, tantos engaños, tantas decepciones, después de todos esos episodios oscuros, el sol había salido, y yo había sido amada. Las nubes habían dejado un panorama claro en mi vida, el cielo celeste y las estrellas, el sol, mi sol, mi Harry.

El calor de sus labios en mi mejilla me hacía volar por los aires. Volar y aterrizar. Soñar y sobrevivir. Sobrevivir en ese mundo, ya se me había tornado una tarea tan sencilla junto a Harry. 

Su forma de ser me transportaba a un globo inimaginable, un globo donde todo se volvía cálido, todos eran felices. Allí no pasaba nada, pues la personalidad del humano que me rodeaba con sus brazos, era tan admirable que tenía un leve presentimiento de que nunca volvería a conocer a alguien como él. Tan adorable y educado. Y yo que lo creía engreído y superficial. El se había fijado en mí. En la chica invisible. Sus ojos se habían fijado en los míos, en los de la chica a la que nadie quería ver. Me enredó en su encanto y su respeto, mientras que yo no le prestaba atención a todo eso. <<A veces, uno juzga sin conocer algo. Uno juzga y se atreve a ser juzgado. Uno conoce, pero no todo realmente. Todos tenemos una historia, y no tenemos derecho a criticar a alguien sin saberla. Yo lo juzgué a él, al chico que me salvó, al que me rescató del infierno que se había vuelto mi vida. Yo pensé que se burlaría de mí, o peor, me ignoraría, como todos solían hacerlo. Pero no fue así. El se afrontó a mi mirada indiferente, afrontó los pensamientos ignorantes que abundaban en mi mente. Se introdujo en mi vida como nadie supo hacerlo, de la manera más complicada: conociéndome. No era social, tampoco bonita, y mucho menos simpática, aún así, el estaba allí, junto a mí brindándome su calor, ofreciéndome sus besos, prometiéndome un camino sin muchas complicaciones a la vista, y aunque las hay, porque siempre tiene que haber un tropezón para un levantamiento, el, o mejor dicho su corazón, me propuso un camino, para transitar juntos, a la par. El me manifestó su amor, y yo hacía todo para complacerlo. 

Aunque nunca se puede tener todo en esta vida.

Un estallido se apoderó del sonido que hasta ese momento se había mantenido tranquilo en el ambiente, mientras que los brazos de Harry me apretujaron contra su pecho, protegiéndome una vez más, de los peligros que algún día yo tendría que desafiar. Apreté mis pestañeas, deseando y rogando, que nada le suceda a mi diamante tan resplandeciente que era mi héroe. Mi Harry. 

Ahogué un grito. La fuerza anterior con la que Harry me sostenía iba descendiendo, y a la vez, mi terror, miedo, y angustia aumentaban. 

She will be loved (Harry Styles y tu) terminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora