Vigésimo noveno capítulo.

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Un ruido sordo de neumáticos gastados haciendo maniobras peligrosas por el camino se introdujo en mis oídos. Hasta que me golpeé con la dura superficie. Mi cabeza daba vueltas y vueltas. El campo, que siempre me había acompañado en esos años tan duros, al cual antes podía confiarle mis secretos, la razón por la cual yo podía quedarme horas vacilando con la vista perdidaen el, con mi campo querido se había chocado mi cuerpo. Los vidrios volaron por doquier, incrustándose en todo lo que se interponga en su camino. Los gritos de las personas aterrorizadas se esparcieron por la oscura ruta que transitábamos. Todo se tornó oscuro. Mis ojos no servían para nada, más que para desesperarme más de lo que ya estaba. Harry se encontraba junto a mí, pero ya no tenía fuerza. Su mano no apretaba la mía con la misma intensidad con la que solía hacerlo, y sus brazos no me rodeaban. Mi aliento comenzó a entrecortarse. Miles de puntadas sentí en mi rostro y en el resto de mi organismo. Miles de astillas se incrustaron en mi corazón, al ver que todo eso que estaba sucediendo era la pura realidad.
Increíble, como uno puede salir adelante, como uno es capaz de rodear los obstáculos que se le presentan en la vida, uno puede llorar y llorar pero algún día no tienes más lágrimas que derramar y te ves obligada a levantar la cabeza y aprender de los errores. Todo me parecía tan increíble, que hacía algunos minutos yo estuviese sentándome en aquél asiento junto a Harry, depositando un beso en sus labios, riendo como si mi vida dependiera de eso. Sorprendente, porque yo no sabía que no debía haber subido a la terraza con Harry. Tendríamos que haber ido en busca del tren. Pero el amor es ciego, y a veces demasiado. Uno sabe lo que tiene que hacer, pero el amor es más fuerte que todo y nadie ni nada puede evitarlo. Asombroso. La sorpresa que me llevé cuando estiré mi brazo y tomé un trozo de espejo que se encontraba desparramado junto a otros más, y éste me devolvía una cara empapada de sangre y sudor, desesperación y terror, consternación e impotencia. 
Desesperada vi como mi mundo se caía a mis pies, todo lo que había construido con tanto esfuerzo y dedicación acababa de derrumbarse frente a mí. El muro a todas esas inseguridades que me habían atacado, había sido bombardeado por armas mortíferas, que demolía todo lo que estaba a su alcance. Todo un mundo de felicidad, la burbuja en la que solía vivir, fue explotada, sin piedad ni remordimiento, y yo me encontraba perdida, desorientada, sin ningún guía que me diga hacia dónde ir, sin ninguna brisa que seguir, sin nadie a quién acudir. Sin nada a que mirar, sin nada a que escuchar. Pues mi vida estaba pasando delante de mis ojos, y yo, temía perderla. Distintas imágenes se proyectaban en mis ojos. Yo de bebé con mi madre y mi padre. Yo el primer día de escuela con una sonrisa de oreja a oreja. Yo la primera vez que visité la ciudad junto a mi padre. Yo cocinando junto a mi madre. Yo sola sentada en un rincón del salón de la escuela, mientras los demás me disparaban palabras hirientes que hacían que mi corazón y mi autoestima se encuentren en un estado deprimente, mientras yo no oponía resistencia. Yo el primer día que conocí a Harry. Yo cantando y tocando la guitarra con Harry. Yo y Harry dando nuestro primer beso que nunca podría olvidar.
Pensé que había perdido el sentido de la audición, hasta que escuché una voz débil y rasposa.
-Quédate conmigo _____. –Giré la cabeza y recordé que Harry seguía allí, conmigo, pero no tan fuerte ni capaz como antes- ¡Escucha! –se enfureció. –Quédate conmigo. –Tomó mi mano. – Vendrán a buscarnos y todo estará bien. –Sentí que el dolor lo estaba matando. –Tenemos que ser fuertes, como siempre. Mantenernos fuertes. –hizo una pausa. -Juntos. –tomó aire nuevamente. -Los dos.
Ya tendría tiempo para los llantos, así que tomé un respiro hondo, miré a los ojos de Harry y sin saber que no vería ese par de paraísos por mucho tiempo, cerré mis ojos. Ambos nos quedamos en silencio. Cada tanto se escuchaba un ruido enfermizo. La sangre se expandía por el asfalto. El silencio mordaz nos desesperaba a todos. Mientras que yo me preocupaba, porque cada vez me sentía más cerca de la muerte. 
El destino que otra vez me estaba haciendo una mala jugada.

She will be loved (Harry Styles y tu) terminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora