Una frenada brusca nos sorprendió, y nos notificó que ya habíamos arribado en la estación de trenes de Londres, cuyo nombre no lo supe. Tomé mi bolso, y luego de que Harry me dejara pasar delante de él, me encaminé hacia la salida. La curiosidad me estrujaba el estómago y hacía que respirar se me tornara un trabajo dificultoso. Harry pasó su brazo sobre mis hombros, y su dedo índice comenzó a hacer caricias en mi cuello, tal vez lo hizo sin darse cuenta, por nerviosismo, igualmente yo respondí a ese gesto pasando mi brazo por su cintura.
Posé mi pie fuera del tren y mis ojos no asimilaban lo que veían, una estación llena de persona. Era tan parecido a las películas que veía aquí con mi padre, que me parecía irreal. No recordaba que Londres tuviera tanta población. Harry se separó de mí. Comencé a caminar hasta que me di cuenta de que realmente no tenía idea de adonde me dirigía. Desconcertada, volteé rápidamente en busca de Harry, y para mi tranquilidad el estaba allí, atrás mío, siguiéndome los pasos.
-Por allí no encontrarás nada, excepto un pasaje de vuelta a Canterbury. –Rió. –Dame tu mano, no quiero más desencuentros por hoy- Dijo, recordando el episodio en la estación del pueblo. Con su mirada buscó mi mano, y la entrelazó con la suya. Echó una larga mirada a todo el panorama, y con su mano libre, señaló hacia una dirección. Yo lo seguí, porque no tenía idea ni donde estaba ni a donde me encaminaba.
Por fin salimos de ese mar de personas que me atolondraban, y respiré muy profundamente, como si antes, la gente me robara el aire que tanto necesitaba. El sol pegaba fuerte, pero afortunadamente, de vez en cuando, una nube se interponía entre sus rayos y nosotros. Harry se paró en una esquina, y no se movió de ahí.
-Y ahora, ¿Qué hacemos? –Me dirigí a Harry, confusa.
-Esperar… -hizo una pausa- La gente suele esperar mucho aquí, en Londres.
Claro que después de reconocer que nos quedaríamos en esa esquina por unos minutos, comencé a reflexionar sobre las últimas palabras de Harry. Y sí, él estaba en lo cierto. <<La gente de la ciudad, suele pasar tiempo haciendo nada, en otras palabras, esperando. ¿Esperando qué? Lo que ellos quieren, pues el problema es que no se conforman con cualquier cosa. Algunos, se pasan la vida esperando algo, que tal vez, nunca llegará. ¿Por qué lo hacen? Si tienen todo lo necesario para ser feliz, si tienen todo lo que se necesita para gozar de una buena vida. Eso me hace acordar, a mí, en un principio, esperando algo que cambie mi vida, y efectivamente llegó, pero la diferencia entre yo y los ciudadanos de esta ciudad, es que yo sí supe aprovecharlo. Tal vez, porque sé lo que es no tener nada, ni sentir nada. Quizá porque sentí ese vacío en mi interior, y ahora, que puedo reír, que puedo tener a alguien a mi lado, me conformo con muy poco. Pero ese poco es suficiente para que mi vida haya dado un giro inesperado. ¿Qué mejor persona para decirlo que yo? Tal vez hay que pasar por el infierno para valorar el paraíso. Recordé quién era mi paraíso. >> Lo miré, y sonreí, últimamente se me hacía inevitable. Su perfil opacaba al sol, opacaba a las estrellas, sus ojos verdes profundos, ya sabían todos mis secretos. Lo miré, y me apoyé en su hombro, al mismo tiempo en el que me di cuenta de todo lo que le debía a esa persona que estaba a mi lado.
-Gracias- musité. Pero ni sus oídos pudieron oírlo, ya que el sonido aturdidor del tráfico, al parecer, sonaba más fuerte que mis sentimientos.
Me quedé así, en esa misma posición hasta que de improviso, Harry se paró ágilmente, y yo lo imité. Detuvo a un gran autobús rojo, y me indicó que subiera. Escalé por unos escalones hasta llegar a la planta alta del transporte, que estaba descubierta. Nos sentamos y Harry me dio un tour de Londres. Grandes construcciones, con formas muy diversas, y colores variantes, parques coloridos, edificios grises, algún que otro río, personas en abundancia, diferentes unas de otras, algunas altas, otras petisas, algunas felices y otras tristes. Era sorprendente la cantidad de cosas con las que te puedes encontrar en Londres.
El colectivo rodeó por fuera un estadio, un cartel bastante grande anunciaba el nombre, pero no lo llegué a divisar. La instalación era enorme, probablemente más grande que todo mi pueblo junto. Notablemente se podía escuchar el bullicio que salía de éste, aunque por más fuerte que sonara, yo hubiera apostado lo que fuera a que el sonido del viento haciendo bailar las hojas de los extensos árboles de Canterbury opacaría a cualquier otro.
ESTÁS LEYENDO
She will be loved (Harry Styles y tu) terminada
Hayran Kurguno es mía, es de una chica llamada Lucy, es una historia muy bonita, espero que la disfruten... es de Harry Styles pueden votar si quieren---