Noveno capítulo.

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Harry desvió la mirada hacia el tablero, y me sonrió.
- ¿Cómo te atreves? – Comentó, furioso.
- Es un juego, uno gana otro pierde, podremos jugar en otra oportunidad. – Respondí, temerosa a que esta tímida aunque agradable relación se termine allí dado que una ordinaria chica de pueblo le había ganado, pero mi orgullo siempre era más fuerte que todo, y no le brindé mi consuelo al perdedor.
- ¿Después de todo lo que hice por ti? – De sus ojos se desprendía un brillo con aspecto a picardía. Suspiré, me tranquilicé, y lentamente comencé a recordar cómo respirar, inhalar, exhalar; me repetía una suave voz desde mis adentros.
- Cuando se es bueno en algo… - Le seguí el chiste, con aire de superioridad. ¿Así se sentía? ¿A Brittany le agradaba sentirse así? Aunque fuera todo una simple broma entre Harry y yo, sólo con el hecho de tener un mínimo parecido con la malvada morocha, me daba ganas de abofetearme a mí misma. Tomé aire, y me adueñé de mi cuerpo y prometiéndome no volver nunca a compararme con ella.
- Está bien. Me ganaste. Pero aún no me has respondido la invitación al baile. – insistió.
- ¿Así te diriges hacia una campeona mundial de ajedrez? Que inapropiado. – Imité a Brittany rebajando la tonalidad de mi voz a un chillido. Harry esbozó una gran sonrisa. Luego de todos esos despreciables sentimientos, éstas últimas palabras que salieron de mi boca me causaron más gracia que asco, cómo las anteriores. Él se sostuvo en sus dos piernas, ambas extendidas hacían que la altura entre la persona que se encontraba frente a mí y yo fuera muy notable. Acto seguido, se arrodilló, tomó de mi mano derecha, dejé que los larguiruchos dedos de Harry sostengan mi mano en la suya y pude apreciar que tibia que se encontraba su mano a diferencia de la mía que se podía comparar a la de un cadáver, fría y dura; su calidez se transmitió a la mía e hizo que ambas permanecieran a la misma temperatura. Luego de pestañear lenta y delicadamente, me miro a los ojos durante unos segundos.
- ¿Podría tener yo el placer de ser acompañado a la importante jornada por usted señorita _____? – Aunque una espontánea risa quería surgir de mi boca, nuevamente por obra de Harry, me había quedado sin aliento. Me di cuenta de que tal vez ese era el momento de abrirle mis puertas a Harry, de depositar en él una confianza en la que no cualquiera podía contar, aunque ese mismo día lo había conocido, algo en el me decía que ya era suficiente de la chica tímida que reflejaba lo que no existía, que ya era hora de sacarme la careta y mostrarme a él cómo en verdad era, que no debía dejarlo ir. Asentí con un leve movimiento de mi cabeza. – ¡Merci beaucoup mademoiselle! – Continuó el, acto seguido apegó sus labios a mis manos, levantó la vista y me miró a los ojos, lo que hizo que yo pueda distinguir una luz en sus ojos, y se puso de pie, sin soltar mi mano. Que débil me sentía. El mundo giraba alrededor de mí. Estaba temblando. Mis piernas no podían sostenerme más. Agarré con fuerza la mano de Harry, y me dejé caer en sus brazos. Un olor me envolvió y me dejó inconsciente por una milésima de segundo. El me sostuvo, y cuando por fin caí en la cuenta de lo que había sucedido, me despegué de él y me sonrojé, cuando no.
- ¿Así que hablas francés? – traté de desviar la conversación para evitar situaciones incómodas, para mí claro, porque para él todos esto sería parte de su rutina: con esos encantadores ojos una o dos chicas a la semana sentirían lo que yo hoy por primera vez presencié en mi corazón.
- Un poco, en mi anterior escuela tenía clases de francés, pero el profesor era un energúmeno y no pude gozar del amplio aprendizaje del idioma. – Harry me devolvió a la realidad despojándome de mis pensamientos. 
- Bueno, yo puedo enseñarte mis técnicas de ajedrez y tú me enseñaras francés. – le propuse. Ambos reímos a la vez, aún tomados de las manos.
- Entonces ¿Vendrás a la fiesta conmigo? – insistió, y noté como su labio inferior se agrandaba y el superior se escondía detrás de este, formando una cara a la que nadie podría resistirse.
- Si, lo haré, pero hay un gran problema. – Hice una pausa y como ninguno de los dos dijo una palabras, proseguí – La cena será Spaghetti, y bueno, yo… no tengo una mínima idea de cómo manejar los cubiertos con el Spaghetti, y ya tengo demasiados momentos vergonzosos delante de Brittany – 
Harry rió y me soltó de la mano para, luego de su fuerte risotada, posar su mano en mi hombro izquierdo, lo cual hizo que un escalofrío recorra mi espalda. Me miró a los ojos, y aunque yo me digné a hacerlo, presa de la vergüenza y con las mejillas coloradas, el continuó mirándome. Fue como un juego, en el que yo era la pieza de su tablero, él se limitaba a mirarme y yo mantenía la mirada baja, aún así el no se daba por vencido y haciendo que cada vez se tornara más incomodo, sus ojos se fijaban en mí.
Decidida al fin de mirarlo y acabar con ese tonto juego levanté mi mentón y me topé con sus ojos a unos escasos centímetros de los míos, y nuevamente sentí como mis piernas se debilitaban, y cómo mis labios temblaban al ritmo de la música que retumbaba dentro de mí. Su aliento que parecía tan frágil y débil como una estalagmita que ante cualquier movimiento, se caería sobre la dura superficie y se partería en miles trocitos de hielo. Esperen, ¿Estaba hablando de su aliento, o de mi corazón? Los nervios se apoderaban de mí, provocando que yo me vuelva paranoica, y tenía mil y una razones para estarlo: no todos los días te encuentras con el amor de tu vida.

She will be loved (Harry Styles y tu) terminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora