Capítulo Tres

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Aparcó el mini en el primer espacio que encontró, no era el más cercano a su lugar de encuentro, pero no le importó caminar. Había traído zapatos cómodos. 

A lo lejos, diez minutos después, Morgan pudo ver la brillante M dándole la bienvenida a la franquicia de la famosa cadena de comida rápida. Entró, y no dudó en pedir un McFlurry y unas patatas pequeñas, como siempre. Subió a la planta de arriba y se sentó en una mesa. Unos minutos después, algunos de sus compañeros empezaron a subir por las escaleras, no esperaba verlos allí, se suponía que se habían ido de acampada... Pero en realidad, detrás del cristal, Morgan pudo observar como las gotas provenientes de unos feos nubarrones, les habían fastidiado el plan. 

Algunos la reconocieron y le saludaron con un leve gesto de cabeza; al que ella, educadamente, respondió de la misma manera. Su móvil vibró en su bolso, haciéndole vibrar también a ella, lo cogió, tres mensajes en tres distintas conversaciones:

Mamá: <¿Dónde estás?> <Se ha puesto a llover, espero que no vengas con una pulmonía>. A lo que ella respondió que imposible, estaba en el Mc Donalds con unos amigos, la pulmonía tendría que esperar.

Becca: <Ha empezado a llover, ¿maratón de pelis en mi casa? Es domingo así que mis padres no están, te espero.> Responderle a su mejor amiga le fue más difícil que a su madre. Pero le dijo que estaba ayudando a su tía con unos encargos para la fiesta sorpresa de su prima. Y no era una mentira del todo, lo había hecho esa mañana.

Jack: <He visto a medio curso subir ahí arriba, te espero en los bancos de fuera, abajo> <Lo siento pero el favor que te voy a pedir es muy importante, no se puede enterar nadie, gracias>

Morgan suspiró de frustación, no solo había quedado con Jack, el amor platónico de su mejor amiga, sin que ella lo supiera; si no que encima le iba a ayudar en algo que no podía saber nadie. Morgan estaba cada vez más nerviosa, no tenía ni idea de lo que le iba a pedir. 

Al verla salir con su McFlurry en la mano Jack sonrió. Morgan llevaba unos pantalones vaqueros con un jerséy granate, una blusa blanca debajo de este y unas botas granates; eran las botas por las que su hermana Lucy suspiraba cada vez que veía la peli de los sordos "La Familia Bélier", pero Jack, como todo chico adolescente que pasa de todo, no sabia el título de la película favorita de su hermana pequeña.

- Quédate ahí por favor - Jack sacó su cámara, con el diluvio universal que estaba cayendo, era el momento perfecto para hacerle una foto a su nueva ayudante. Porque si Morgan accedía a ayudarle, le iba a recompensar, y ¿qué mejor regalo, que un álbum de fotos tuyas hechas por el mejor fotógrafo del instituto? - Coge mi paraguas, te voy a hacer una foto. Pero antes, dame el McFlurry y sonríe más.

Morgan hizo como él decía, poco sabía ella de sus intenciones. Lo mismo que Jack sabía sobre los sentimientos de Morgan hacía él. 

- ¿Ha salido bien? - preguntó, intentando esconder el rubor de sus mejillas.

- Perfecta - ambos se sentaron en el banco, muy juntos para que el paraguas le cubriera a los dos. Jack sacó de su bolsillo la foto de las dos amigas. - Mira esta foto, ¿es buena no crees?

- Si, es alucinante.....


- ¡Hey, chicos! Venid aquí - Margot, directora del anuario ese año, se asomaba a la ventana viendo a Jack  y Morgan. Les había reconocido de forma simple, la melena pelirroja de ella y la cámara de él. - ¡Tenemos nueva pareja a la vista!

- ¿Esa es Morgan?

- ¿Ese es Jack?

- ¡Quién lo diría! Los fotógrafos juntos.

- ¿Se estarán besando?

Y entre todas esas personas preguntándose que harían bajo la lluvia, cubiertos por un solo paraguas; Margot, adicta a las redes sociales, ya había colgado la foto de lo que ella creía, eran dos tortolitos, en Snapchat. 


- Bueno, esta no es la razón por la que había quedado contigo.

Jack estaba guardando la foto de nuevo y Morgan notó como su estómago comenzaba a dar brincos causados por los nervios. Ambos, sin ser conscientes de revuelo que estaban causando en el piso superior.

- Vale, ¿entonces?

- Necesito que me ayudes a enamorar a un chica. - Los ojos de Morgan se abrieron como platos, ¿cómo iba ella a ayudar a enamorar a un chica? ¿Cómo iba a ayudar a hacer eso, a su amor platónico? - Es una chica bastante normal, nada del otro mundo. Pero cuando quiero hablar con ella...

- ¿Y cómo te voy a ayudar yo?

- Muy simple, porque eres una enamoradiza perdida - los ojos marrones de la pelirroja reflajaban duda - A mí no me engañas, Morgan. Te veo leyendo en clase de fotografía a escondidas, imaginando, soñando despierta cuando se te ha olvidado el libro, o incluso diseñando. Nunca prestas atención; sin embargo, tienes la mejor nota de la clase. ¿Y cómo haces eso? Tienes imaginación, ves obras de arte donde no las hay, o las creas tú misma. Y sé que puedes utilizar ese potencial para ayudarme... A tú queridísimo amigo el fotógrafo súper guay que está buenísimo y por el que babean todas las chicas en el instituto.

Ella se puso roja, nunca habría pensado que Jack se fijaba tanto en esos detalles. Aunque lo debería haber imaginado, un fotógrafo como el, que se TIENE que fijar en todo

- Vale, digamos que te puedo ayudar... ¿Quién es esa chica? Sino sé quién es, no podré ayudarte en nada

- Becca - susurró el chico, ruborizándose. Morgan no le oyó así que hizo ademán de acercarse a él para poder oírle - Es Becca

- Becca? - Preguntó tímida, con lágrimas en los ojos - ¿Mi mejor amiga, esa Becca?

- La misma, veo que la conoces

Jack intentó hacer un chiste, muy malo; el nunca fue bueno con los chistes. Pero lo único que pudo oír Morgan, los chinos, los rusos, alemanes, españoles, franceses, peruanos, chilenos, venezolanos, holandeses. ingleses. escoceses y galeses, aparte del resto del mundo; fue como su corazón se hacía añicos. Como, aunque ella intentaba con todas sus fuerzas repararlo, evitar que se rompiera en más pedazos, cada una de las pequeñas piezas se partía en otras mil.

Pero Morgan era fuerte, y ella lo sabía, sabía que su corazón no podía hacerse añicos por un chico que nunca se había fijado en ella, aunque él la llevaba observando más tiempo del que recordaba. Así que decidió por su amiga y su amor, por fin correspondido, que el plan de Jack iba a salir adelante; con su ayuda si era necesario.

- ¿Morgan? ¿Estás bien?

- ¿Qué? - se pasó disimuladamente las manos por las mejillas, para limpiarse alguna lágrima rebelde que se había escapado. Había empezado a llover más fuerte. Tendría que ir andando hasta su coche - ¡Claro! Te ayudaré pero con una condición...

- ¿Cuál? - Jack se puso nervioso, la ultima vez que una chica le había puesto una condición, acabó corriendo desnudo por el jardín de su vecina, una chica normal que se traumatizó al ver esa escena desde la ventana de salón.

- Me tienes que acompañar con el paraguas hasta mi coche, y no es que esté especialmente cerca.

- Claro, lo que sea porque me ayudes.

Y así caminaron los dos, bajo la lluvia y todas las miradas de sus compañeros de curso, que les observaban desde el primer piso. Un chico enamorado porque por fin podría enamorar a su "princesa" acompañando a una chica normal, con el corazón roto y que acababa de ser elegida por el karma para protagonizar su propia película.

"Sé fuerte" - pensó Morgan. Mientras, al mismo tiempo, Becca se metía en Snapchat y veía lo que nunca hubiera imaginado...

Una chica normalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora