Capítulo Veintisiete

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Abrieron las cartas al mismo tiempo. Primero la de Yale, la universidad que menos les "apetecía". La tensión volaba tranquilamente por la cocina y se hacía presente en los ojos ansiosos de las dos amigas mientras corrían de un lado a otro leyendo la carta.

- ¿Bueno que, os han aceptado? - Alo había aparecido en la puerta, curioso por lo que estaba pasando en la cocina; además de estar muriéndose de hambre.

Antes de contestar, ambas leyeron la carta varias veces, confirmando que lo que habían leído era lo que la tinta dibujaba en el papel. Alo, que veía que la respuesta se estaba tomando su tiempo preparándose para salir, se dirigió a la nevera para coger un poco de zumo de naranja. No quería comer mucho porque en poco tiempo iban a cenar, según le había dicho Morgan, y la cena eran alitas de pollo, sus favoritas.

- ¿Bueno? - dijo entre trago y trago - ¿pensáis decirme que pone es esas cartas, o voy a tener que quitároslas de las manos?

- ¡Me han aceptado! - dijeron las dos a la vez y después gritaron de emoción, habían sido aceptadas en Yale. Por lo menos tendrían un lugar al que ir si en Columbia les rechazaban. - Ahora la otra

- ¿Que hay otra? - exclamó, preguntando a la vez Alo - Pues mon amies, me voy al sofá que esto nos va a llevar un buen rato.

Ambas rieron ante el comentario; luego cogieron la otra carta. El problema era que las cartas tenían distintos tamaños y se podía ver que una tenía más papeles dentro que la otra, algo iba mal. Las dos se dieron cuenta de esto y llegaron a la misma conclusión: una había sido aceptada y la otra no. 

- Abrimos el pequeño primero - dijo Morgan, cogiendo su sobre y abriéndolo. - ¡Me han aceptado! Voy a poder estudiar economía en Columbia, no me lo puedo creer.

Se dejó llevar por las emociones y dijo en voz alta todo lo posible para expresar su alegría. Mientras, Becca se acercó al sobre y temiendo ver lo que encontraría en su interior, lo abrió cuidadosamente.

- ¡Me han aceptado!- Exclamó nada más leer las primeras frases. - Todos estos papeles... ¡He conseguido una beca! ¿Una beca para estudiar periodismo en Columbia, Mor! ¿Te lo puedes creer?

- ¡Ya! ¡Yo también! Bueno, eso es para lo que escribimos, ¿no? Bueno, ¿y el resto de papeles para qué son entonces?

- Oh, pues supongo que será algo de la beca - cogió los papeles y juntas los leyeron - es básicamente sobre el periodismo en columbia y eso, nada en especial. Supongo que es solo para verlo así más o menos, ¿tú no tiene uno?

- No, pero la carta hablaba de un libro que me tenía que llegar en los próximos días, supongo que será eso.

- Si, supongo.

Ya había pasado la tormenta, la calma había llegado a asentarse completamente en sus cuerpo. Alo volvió a entrar en la cocina para confirmar lo que había oído y felicitarlas a ambas. Después, los tres fueron al salón, a ponerse cómodos. Y ahí siguieron, Alo en medio de las dos chicas y estas, ligeramente tumbadas con sus piernas apoyadas en las de el chico, cada una ponía sus piernas en una de las piernas de Alo. Hablaron de cosas sin mucha importancia. Alo jugaba al baloncesto y al tenis y las dos le dijeron que le iban a presentar a Patrick, que también jugaba a esos deportes. Hablaron de cómo el fútbol era el centro de Europa pero que las chicas no tenía mucho protagonismo en ese deporte, al contrario que en América; las dos le animaron a que se uniera al equipo de fútbol europeo del colegio, pero los tres llegaron a la conclusión de que no funcionaría, la temporada estaba a punto de terminar.

Becca se quedó a cenar en casa de los Stevens y también a dormir, sus padres se habían ido de viaje todo el fin de semana y ella no quería aburrirse estando sola en casa. Todavía no estaba a la vista, porque todavía era sábado, pero venía en camino otra tormenta dirigiéndose hacia Becca. El problema, que ella había creado hace tiempo, era decirle a sus padres que quería ser periodista, algo muy difícil en aquellos momentos a no ser que tuvieras algún tipo de contactos, que en es momento obviamente Becca no tenía. Sus padres, abogado y química, habían tenido unas carreras muy buenas; no eran lo mejores del país en sus campos, pero no estaba nada mal. Becca desde muy pequeña se había interesado en las dos carreras, pero siempre había algo que llamaba su atención sobre el derecho o la química y es que desde que aprendió a escribir, Becca no había dejado de hacerlo: en diarios, trabajos para el colegio, leyendo y añadiendo palabras a su extenso vocabulario; había conseguido ue su pasión por las letras, sobre todo por las palabras y el poder que tenían, creciera a medida que pasaban los segundos. Había aprendido vocabulario y a utilizarlo en las situaciones más convenientes, entre otras cosas más.

Ahora tendría que decirles a sus padres que tenía una beca para estudiar periodismo en Columbia, universidad que también tenía un departamento de escritura creativa, una de las cosas que le atraían de esa alucinante e increíble universidad.

En la cena, como ya ha sido mencionado, alitas de pollo; el tema principal fue el futuro de los jóvenes sentados en la mesa. Alo no tenía mucha idea de qué iba a hacer, no estaba seguro y todavía seguía barajando opciones. Morgan iba a estudiar economía y fotografía, y planeaba después hacer un máster en moda, o entrar en ese mundo. Para eso tenía a Becca, que iba a estudiar periodismo y que, aunque no tan apasionada con la moda como su mejor amiga, tenía ese campo bastante alto en su lista de preferencias.

Después de cenar, Morgan y Becca hicieron FaceTime con Jack para ver como iban las cosas en la otra punta del país. Jack, cansado por todo lo que estaba pasando, se despidió de las chicas y se dirigió a una fiesta de cumpleaños a la que le habían invitado. Estaba destrozado, y definitivamente había madurado con la experiencia; pero no se puede ignorar la evidencia de que también estaba disfrutando de la experiencia, al máximo se podría decir. A pesar de esto, el corazón de Jack seguía perteneciendo a Morgan, aunque poco a poco se fuera haciendo a la idea de estar algún tiempo sin ella.

Luego, para recordar Forks, los tres seniors decidieron hacer un maratón de crepúsculo durante lo que quedaba de fin de semana. 

Una chica normalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora