Treinta y uno

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Cada vez amanecía más tarde, signo de que por fin llegaba el invierno. Morgan se levantó antes que el resto de su familia, Alo había llegado bastante tarde aquella noche (más bien madrugada) y había decidido no despertarse, si podía, en todo el día; porque su dolor de cabeza superaba los limites posibles. Sus padres, que respaldaban hasta la muerte el remoloneo como deporte olímpico, no se despertarían en un buen rato. 

Jack, también levantado desde hacía un tiempo, le mandó un mensaje a Morgan.

Jack: < Te recojo a las doce, ponte guapa >

Nada más sonar el móvil, Morgan ya lo estaba leyendo, y con una sonrisa en la cara respondió

Morgan: <¿Estás diciendo que normalmente no voy guapa?

Llegaron a la conclusión de que Morgan era guapísima pero que ese día se tenía que arreglar especialmente. Así que dejó el móvil cargando en la mesilla de noche y se dirigió a su armario para encontrar algo que ponerse. Después de un tiempo, cuando quedaban todavía dos horas para que Jack le llamara, encontró lo que definitivamente iba a llevar ese día. 

Era un mono con espalda abierta y manga francesa. El pantalón, negro, era ancho y de tiro alto. La parte de arriba era blanca y por delante tenía un pequeño escote en uve. Decidió ponerse unos stilettos negros y una gargantilla "doble", que tenía una tira negra y la otra era un cadena plateada. Quería llevar el pelo suelto, pero odiaba cuando se lo tenía que estar quitando todo el día de la cara, así que se hizo una corona alrededor de su cabeza con una trenza. Quedaba media hora para que Jack llegara así que, rápido pero con cuidado, Morgan se maquilló lo más sutilmente posible, utilizando solo dos tonos de sombra de ojos y rímel. Se puso colorete y se pinto los labios de un color rojo mate, para romper con la monotonía del blanco y negro del conjunto. 

Justo cuando estaba cerrando el pintalabios, su móvil empezó a sonar. Corrió a cogerlo y desconectarlo del cargador

- ¡Hola! ¿Ya estás abajo?

- ¡Sí! Te espero aquí

Colgaron y Morgan bajó lo más rápido que los tacones le permitieron. En el vestíbulo estaba Jack, sentado en un sofá y leyendo una revista de coches. Le dio un beso en la mejilla y le dijo que estaba perfecta. Morgan sabía que había acertado con el atuendo nada más ver que él estaba vestido con una americana, y Jack nunca se ponía americanas a no ser que fuera estrictamente necesario. Salieron del edificio, y ahí estaba, blanca como la nieve, una limusina les esperaba con el chófer vestido de traje esperándoles para abrirles educadamente la puerta.

- ¿A dónde me llevas Jack?

- Ya verás, creo que te va a encantar.

Recorrieron las calles de la Gran Manzana observando todo desde otra perspectiva. Morgan veía cómo les miraban los transeúntes al ver una limusina pasar por delante suyo. No es que fuera raro, al revés, viviendo en Nueva York eso era casi siempre pan de todos los días. Lo que asombraba era el pensar, qué famoso iba ahí metido y hacia dónde iría. Porque no era temporada de bailes de fin de curso y no había ningún festival que se hubiera anunciado.

Llegaron al Park Lane Hotel, era el hotel favorito de Morgan, que estaba cada vez más desconcertada. Hasta que vio la alfombra roja. Cientos de fotógrafos se acumulaban a los lados de la gran alfombra para hacer fotos a todas las celebridades que la recorrían

- ¿Qué hacemos aquí, Jack?

- Tranquila, estamos invitados. Sígueme, te quiero presentar a alguien.

Le cogió de la mano y los dos juntos recorrieron la alfombra roja. Todos los fotógrafos parecían conocer a Jack, pero Morgan no sabía lo que estaba pasando. Les pidieron fotos, posaron, Morgan sola, Jack solo, los dos juntos. Cada vez le gustaba más ese ambiente, se sentía como un famoso. Y uno de verdad no tardó en aparecer, era Taylor Swift, vestida con un perfecto vestido negro que llegaba hasta el suelo y que tenía dos cortes en la cintura. Y detrás suyo venía Selena Gómez.

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⏰ Última actualización: Dec 04, 2016 ⏰

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Una chica normalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora